7 de Mayo, feliz cumpleaños

Publicado en Levante el 7 de mayo de 2000 en el apartado EL TRINQUET.

EL 7 de mayo es un día señalado para mí, por un lado es el cumpleaños de mi hija, este año cumple nueve, y por otro el día que se publicó en el DOGV la ley 1/98 de eliminación de barreras, este año cumple dos. Una, tal como informan los boletines escolares, «progresa adecuadamente»; la otra no ha salido de la incubadora, no ha ganado ni un gramo desde que la parieron en las Cortes Valencianas, y si se diera un informe médico, éste diría: «pronóstico reservado».

De la primera soy responsable de su formación integral como persona y de su bienestar, ni más ni menos que como cualquier padre. Por la segunda siento un ligero ascendente para defenderla y procurar por su saludable desarrollo, pues soy uno de los cuatro minusválidos que en 1976 (hace 24 años) asistió al I Simposio Minusval de Eliminación de Barreras Arquitectónicas, organizado por el Serem en Palma de Mallorca, cuando el término barreras arquitectónicas nadie sabía lo que significaba. Desde entonces he venido reivindicando, en la medida de mis escasísimas fuerzas, la eliminación de BA (barreras arquitectónicas), junto con muchísimos compañeros. La constante labor de reivindicación y mentalización desarrollada de cara a la sociedad y a la Administración ha ido produciendo frutos, prueba de ello es la elaboración y aprobación de la ley objeto de este escrito.

La ley remite constantemente al reglamento como forma de determinar los parámetros y medidas que delimitan el umbral de la accesibilidad y hoy, pasados dos años, no se ha determinado absolutamente nada. Por parte de la Administración y de los sectores implicados en la construcción se tiende a obviar el cumplimiento de la ley y su desarrollo, contra menor sea el grado de desarrollo normativo, menor es la posibilidad de infringirlo. Pero si su tendencia es la de obviar la ley, la nuestra es la de reivindicarla. Es la lucha de la mosca cojonera contra el elefante.

La falta de desarrollo reglamentario beneficia claramente al infractor y deja a los destinatarios en total indefensión. Y para demostrarlo basta preguntarse: ¿Cuántas sanciones han impuesto los servicios territoriales de urbanismo por infringir preceptos establecidos en la ley? ¿De las demandas de amparo efectuadas al Síndic de Greuges, cuántas se han pasado a la fiscalía por haber encontrado claros indicios de delito? ¿Qué conselleries han establecido dentro de su ámbito de competencia el plan de eliminación de barreras que ordena la ley y qué dotación económica han ejecutado, si es que han presupuestado algo en los años 1999 y 2000?

Constantemente me llaman a casa para consultarme sobre soluciones para eliminar accesos de patios para personas que se han quedado minusválidas por accidentes o enfermedades, qué hay que hacer para que me habiliten con rampas el trayecto de casa al colegio, etc. Afortunadamente, cada vez es más difícil morirse, yo soy prueba evidente de ello, pero el grado de dependencia física en que quedan muchos supervivientes es elevado, gracias a los avances en medicina y a la labor del personal investigador y sanitario.

Las BA no sólo afectan a los minusválidos que vamos en silla de ruedas y a los semiambulantes que van con muletas, el colectivo de personas con movilidad reducida es mucho más amplio, comprendía en 1984 a 72.000 personas seriamente incapacitadas con secuelas del síndrome tóxico; a unos 270.000 afectados del corazón, artríticos y reumáticos; a una media diaria de 14.500 personas convalecientes de operaciones; 650.000 inválidos por procesos reumáticos; 80.000 afectados graves en accidentes de tráfico anualmente; las 500.000 mujeres embarazadas anualmente, que posteriormente empujan un carrito durante un año como mínimo; un alto porcentaje de los 4 millones y medio de españoles que tienen más de 70 años tienen problemas de movilidad y agilidad.

La lucha por la eliminación de las BA la llevamos los DF motóricos, los más afectados, los que tenemos mayores limitaciones. Y de nuestras reivindicaciones se beneficia toda la sociedad, mientras que se pone en nuestro débito el coste. Yo soy profundamente respetuoso con quien elimina las barreras: el contribuyente; ése es quien paga todo: las rampas que se hacen, los accesos que se modifican, los ascensores, todo… Por ello me duele que en muchas ocasiones en la ejecución material de las obras de eliminación de barreras se invalide ese esfuerzo que hace el contribuyente. Son constantes las obras de nueva urbanización en las que no se eliminan las BA, mientras los responsables políticos y los técnicos miran para otro lado.

Cuando una madre empuja un cochecito de niño, empuja a un niño que como mucho pesa 12 kilos y el cochecito 10 más; pues bien, un adulto en silla de ruedas arrastra su peso más los 25 kilos que pesa la silla de ruedas de acero que concede la Seguridad Social. Los acabados de las rampas son en muchos casos en escalones de 4 cm, cuando lo razonable es que estén a cota cero con respecto a la calzada. Pues bien se continúan firmando certificaciones de obra que no son accesibles y los políticos inauguran obras a las que si accedieran en silla de ruedas no podrían entrar. A este respecto me vienen a la memoria dos personajes, uno la madre del Rey, me gustaría saber cómo llegaba a los palcos de las plazas de toros; el otro Alfonso Guerra, me preguntaba por qué no aparecía en la pasada campaña electoral en los mítines, hasta que me enteré de que por motivos que desconozco iba en silla de ruedas. ¿Acaso no podía acceder a los locales donde se celebraban los mítines?

Creo que el 7 de mayo es un día para reflexionar seriamente todos sobre el grado de cumplimiento de una ley que afecta al bienestar de la población con movilidad reducida. Pido a Dios que a quienes, por acción u omisión, posponen indefinidamente el desarrollo de la ley de eliminación de BA, jamás se vean en la necesidad de exigir su cumplimiento.

Valencia, 4 de abril de 2000