La expresión, tan limpia, tan de laboratorio, tan pulcra, suena hasta bien. Suena mejor por la autoridad que le confiere haber sido una idea lanzada por filósofos y éticos de las antípodas (es decir, de Australia) y más aún porque la ha recogido y publicado la revista British Medical Journal. Lo bueno es que el fracaso educativo en España lleva a pocos a haber leído la propuesta. Lo malo será que tarde o temprano algún listillo lea y asuma los postulados de este artículo, después, ya habrá tiempo para debatir, la legitimidad a semejante aberración y legislar o no al respecto.
La ocurrencia procede de los estudiosos Alberto Giubilini y Francesca Minerva. Estos autores hablan de que no se puede considerar a un ser humano de pleno derecho a una persona hasta que cumpla dos años de edad. Por este motivo, es completamente legítimo acabar con la vida de una Persona con Diversidad Funcional principalmente, aunque el paquete incluye residualmente a otros individuos, hasta entonces.
Igual que arbitrariamente han escogido como fecha límite los dos años, podían haber elegido los diez, los veinte, treinta, y cualquier edad ya que, muchos dudan de si en algún momento de nuestra vida (que por supuesto, en muchos casos no merece ser vivida, parece ser) una Persona de este colectivo adquiere el rango de un ser humano.
Esta soberana memez escrita en el idioma que manejan en la pérfida Albión, supone la enésima tentativa de terminar con las Personas con Diversidad Funcional. En caso de convertirse en debate nacional en un país como el nuestro, donde según la actual ley de interrupción voluntaria del embarazo hay plazos diferentes para abortar según el feto sea “de serie” o tenga alguna malformación (catorce y veintidós semanas respectivamente) el salto de discriminación a eliminación sería inevitable, otra razón para emigrar (el miedo).
Aunque, todo hay que decirlo, lo malo no es que estos australianos utilicen su tiempo para redactar semejantes barbaridades, ni siquiera que alguien les pague por ello, peor incluso resulta que una publicación británica les otorgue espacio suficiente para divulgar sus ideas llenas de odio lo que obliga a unos pocos a salir al paso de semejantes sandeces.
Con todo, lo peor es que la opinión vertida por estos filósofos refleja claramente el pensamiento denigrante que la mayor parte de la población sostiene hacia nosotros los veladamente amenazados y abiertamente excluidos de la sociedad. Estos autores se limitan en su artículo a expresar unos sentimientos compartidos por prácticamente todos. Simplemente ponen por escrito aquello que ya está en la mente de muchos de nuestros congéneres.
Autor: César Giménez Sánchez.