Actuar para que la suma de la opresión no seas tú

Hablar de la existencia de la violencia sutil sobre las mujeres con diversidad funcional parece obligar a explicar lo que se siente y se percibe. A convertirlo en una situación concreta y repetitiva, potencialmente agresiva y visible para cualquiera.

La existencia de este tipo de violencia que se desliza en la transversalidad, más honda en la actualidad, ahora que se habla de interseccionalidad, cuando no es vivencial o cuando cuesta verla, plantea un pequeño reto personal para poder ser vista en lo que se expone;

Reducir el frenético ritmo de lo que ya sabemos y mecanizamos, para darnos cuenta de la violencia del lenguaje, de la importancia de nuestros gestos, de la agresividad de lo “normal” y del poder de lo que ya es “como siempre ha sido”, porque es en lo cotidiano, en lo que parece inevitable hacer o decir, donde se instala la violencia sutil que nos sitúa en el tablero frente a las otras para jugar a vivir.


Lo que parece que no importa; en un comentario, contando una anécdota, dirigiéndose a alguien, en definitiva en el lenguaje; minusválida, asexual, incapaz. Lo que damos por hecho, porque nos dijeron que es así; no puede ser madre, de quien va a cuidar si tiene un defecto aborto, “hasta los tres meses estuve asustada por si venia mal”, es violencia.

Es violencia cuando la coquetería o gustarnos a nosotras mismas se transforma en extrañeza ¿para qué, si no se ve?” “¿para qué si no la miran?.

Cuando se decide que queremos como si fuéramos niñas eternas sin capacidad de saber que nos gusta y que no.

Violencia es cuando la publicidad nos olvida mientras consumimos sus productos que adaptamos en silencio, y nos marca patrones a los que nunca nos parecemos, con los que no nos identificamos.

Cuando se dirige la mirada a quien nos acompaña y no a nosotras para responder a nuestras preguntas.

Cuando los baños para discapacitados son eso, baños sin sexo distinguido y con el cambiador del bebe. Lo que podría ser un avance para la visión mujer-hombre, pero que en este caso, se debe a la visión de nuestro sexo de los ángeles, más cercano al de un bebe que al de una adulta.

Cuando mona sustituye a guapa y eleva el grado de pena del observador.

Cuando se nos niega todo rol femenino, no porque el feminismo haya calado hasta el tuétano, sino porque se olvidaron de que también somos mujeres, o cuando se piensa, que sólo un loco u otro cojo se fijaría en nosotras bajo comentarios como; “que bonitos, se dan besitos”.

Cuando demasiadas cosas nos quitan valor, y sólo se recuperan teniendo que demostrar hasta dónde somos capaces, realizando sobrados esfuerzos, hasta que el resto de la sociedad considera oportuno darnos el certificado de “mujer ejemplo de superación”, junto al precio del agotamiento y la lucha diaria con la boca cerrada y sonriendo como fórmula para preservar el título.

Aunque ciertamente, muchas de estas violencias sutiles derivan por ejemplo, de la exclusión de los roles marcados (como señalan Asun Pié Balaguer y Andrea Garcia-Santesmases 2015) no sólo se dan en las mujeres con diversidad funcional;

esta exclusión de los roles de género tradicionales, esta posición fuera del binomio patriarcal, no afecta solo a las mujeres con diversidad funcional. Sus homólogos masculinos también sufren la violencia heteropatriarcal consecuencia de tener unas corporalidades, comportamientos y prácticas que no cumplen con los mandatos (productividad, actividad, potencia, valentía, virilidad, fuerza, etc) de la masculinidad hegemónica”.

Pese a esto, es importante resaltar, que “nada sobre nosotras sin nosotras” queda más lejos que “nada sobre nosotros sin nosotros” ya que oprimidos por lo mismo, hombres y mujeres con diversidad funcional, tenemos que cuidarnos de reproducir una sociedad discriminadora dentro del mundo de la diversidad funcional.

Lo hacen las grandes asociaciones de la diversidad funcional, (como señala Ana Peláez) al inicio de la introducción del II Manifiesto de los Derechos de las Mujeres y Niñas con Discapacidad de la Unión Europea; “tampoco el movimiento asociativo de la discapacidad les ha prestado la suficiente atención a pesar de los avances (más nominales que reales), que algunas de estas organizaciones han querido imprimir a su acción a favor de la causa del género”.

Y también, los movimientos activistas que no terminan de incorporar un discurso en clave feminista (como señalaba Marita Iglesias,2012)

algunas mujeres estamos preguntándonos si existe un movimiento de mujeres en la diversidad funcional al igual que ha surgido en otros grupos que se consideran discriminados por su condición. Yo creo que hubo un comienzo, pero la realidad actual nos ha superado y nos hemos convertido en “meteoritas” que no sabemos dónde iremos a caer.

Es por tanto en lo sutil, cotidiano y en lo que parece superado, donde está la base de la separación de poder que crea la violencia que sufrimos las mujeres con diversidad funcional. Construcciones sociales que se disfrazan de verdades universales e inalienables y que con los derechos y las leyes deberíamos ir destruyendo, cambiando, o deconstruyendo.

Independiente del verbo con el que más nos identifiquemos, parece inevitable ver la implicación individual que cada una de nosotras debe tener para modificar nuestra realidad.

Con presencia y palabras en el día a día, cada mujer con diversidad funcional tiene que alzar la voz y denunciar lo que penado o no, esté al menos contemplado en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad que los gobiernos consideraron firmar.

Las mujeres con diversidad funcional somos sujetas de derecho y queremos disfrutar de nuestras particularidades.

Aunque todos los días son el día de las mujeres, feliz 8 de Marzo a todas las mujeres del mundo con diversidad funcional y a las que lucháis a nuestro lado, que no cese la lucha de derechos.

Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con diversidad funcional (discapacidad).

Artículo 6. Mujeres con discapacidad

    1. Los Estados Partes reconocen que las mujeres y niñas con discapacidad están sujetas a múltiples formas de discriminación y, a ese respecto, adoptarán medidas para asegurar que puedan disfrutar plenamente y en igualdad de condiciones de todos los derechos humanos y libertades fundamentales.
  1. Los Estados Partes tomarán todas las medidas pertinentes para asegurar el pleno desarrollo, adelanto y potenciación de la mujer, con el propósito de garantizarle el ejercicio y goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales establecidos en la presente Convención

Acerca del Autor Elena Prous

Elena Prous, en el FVID desde 2009, Estudió enfermería y ejerció durante unos años hasta comenzar a dar vueltas en estudios sobre derechos humanos, escritura creativa y en la actualidad, Antropología. Activista de punzón y charletas, es articulista en la revista Infomedula.org desde 2008 y bloggera desde 2012 en tambiendebajodelagua.com.

Acerca de Elena Prous

Elena Prous, en el FVID desde 2009, Estudió enfermería y ejerció durante unos años hasta comenzar a dar vueltas en estudios sobre derechos humanos, escritura creativa y en la actualidad, Antropología. Activista de punzón y charletas, es articulista en la revista Infomedula.org desde 2008 y bloggera desde 2012 en tambiendebajodelagua.com.