Aproximación gubernamental a la asistencia personal

Elección, control. En dos palabras se puede resumir lo que significa la vida independiente. Pero los miembros del Gobierno y de los supuestos representantes del mundo asociativo de la discapacidad casi baten el record en descubrir que para este viaje no hacen falta tantas alforjas. Tres semanas únicamente han faltado para que se cumplieran ocho años desde que la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia se aprobara y en todo ese tiempo no se ha regulado la figura fundamental de la asistencia personal, se podría calificar de nefasta la actuación de la entidad que dice representarnos y nuestro gobierno. Sin demasiado temor a equivocarse, se puede afirmar que se ha tardado todo este tiempo en inventar la rueda. Pero a estos señores se les ha olvidado que las ruedas son redondas y no cuadradas, y así les ha salido el invento.

En la base de todo se encuentra el empoderamiento de las personas con diversidad funcional, y es harto difícil realizar una verdadera y libre elección si no existe pago directo al usuario y si ese pago no es lo suficientemente satisfactorio. A menos que se dé este pago directo por parte de la administración pública se pasa de la pretendida vida independiente a una no deseada (al menos por mi parte) muerte social.

La unánime reacción al leer el simulacro de convenio al que han llegado o van a llegar el gobierno a través del IMSERSO, dependiente del Ministerio de Sanidad, … , PREDIF,ASPAYM y la Fundación ONCE, fue exclamar que un curso de asistencia personal de 330 horas es del todo punto excesivo. No aparece ningún contenido, no se dice quien debe formar a quien, pero ya se sabe que serán 330 horas de curso cuando todos, o los que tenemos dos dedos de frente, sabemos que los cursos de formación son un suculento negocio para quien los imparte. Además, por experiencia, añado que cualquier curso de asistencia personal que supere unas pocas horas de duración es innecesario y de naturaleza incongruente. Así que ya desde el principio, nótese la ironía al decir “principio”, los cursos nacen con un halo de sospecha, inadecuación, desenfoque, y falta de necesidad.

Como otros individuos pertenecientes a asociaciones del sector no me siento representado, sino más bien defraudado y hasta se podía decir traicionado por CERMI y sus colaboradores. Me surge algún interrogante como es si en este momento la plataforma PREDIF y ASPAYM pretenden convertirse en adalides de la asistencia personal, lo cual ya es sospechoso porque esas federaciones son para personas con diversidad funcional física, olvidando así a las personas con diversidad funcional intelectual y sensorial. Otro interrogante fundamental sería que si resulta verdaderamente necesaria una formación de más de 300 horas para tareas tales como enjabonar a una persona, ayudarle a levantarse, limpiarle el trasero, acompañarle en el transporte, pasear con él, acudir a una conferencia con su empleador, etc.

Cualquiera que utilice un poco de sentido común se percatará al instante de que se hace camino al andar, como decía el poeta, de que la asistencia personal es el punto de salida hacia una vida independiente plena y digna para las dos partes inseparables del binomio, y de que al menos había dos interlocutores válidos ausentes de las negociaciones: la Federación de Vida Independiente, que siempre ha apostado por la asistencia personal y, la asociación de asistentes personales, como trabajadores directamente implicados. Pero cuando se trata de ningunear al otro, el gobierno y las entidades oficiales del sindicato vertical son los mejores.