Cochabamba (Bolivia)
La marcha de una veintena de personas con discapacidad exige un esfuerzo extremo. La mayoría sufre discapacidad grave que les obliga a estar en silla de ruedas, por tanto, dependientes de otra persona.
Olivia Orellana es una joven de unos 18 años que empuja la silla de ruedas de su hermano. Dice que es muy sacrificado y que tanto subir como bajar es complicado. “Hay que subir subidas muy difíciles y bajadas complicadas. Tal vez pueda resbalar la silla y quién sabe qué va a pasar, pero hay que seguir”
.
Heber Vásquez, también en silla de ruedas, califica la experiencia de la caravana como triste y explica que el bono que exigen servirá para pagar un alquiler, medicamentos y alimento.
“El Gobierno dijo que iba a ayudar a los más desprotegidos pero de este sector se ha olvidado. El Estado tiene la obligación de atender a este sector. En otros países los discapacitados están bien atendidos por su Gobierno pero este Gobierno indígena y de los más pobres no hace nada”.
Herminda Coca Quispe dice que es difícil andar en silla de ruedas. Dependemos de personas un poco más sanas que nosotras. Venimos desde Cochabamba, estamos juntos y queremos que las personas con discapacidad vengan al universo porque la lucha es para todos”.
El médico Nelson Chura, dependiente del Ministerio de Salud, acompaña a la caravana desde su partida en Trinidad hace dos meses y comparte que se trata de un sacrificio y esfuerzo especiales.
Problemas
El parte médico señala que los principales problemas que presentan los marchistas son infecciones respiratorias y gastrointestinales. También se presentaron dos casos de dengue, uno hemorrágico que fue derivado al hospital de Villa Tunari y otro de dengue clásico que es tratado dentro de la propia caravana.
Desde el inicio también les acompaña una delegación del Defensor del Pueblo.
Un joven discapacitado falleció ahogado en el curso de la marcha.
La caravana confía en arribar a la ciudad de La Paz en un plazo máximo de un mes. Empezó en Trinidad, capital del Beni, de allí fue hasta la ciudad de Santa Cruz y de allí estima llegar esta semana a la ciudad de Cochabamba.
Advertencia
Sandro Arnez, representante del Valle Alto de Cochabamba en la caravana de discapacitados que exige una ley de protección al sector, que incluya un bono de 3.000 bolivianos por año, amenaza con inmolarse si sus demandas no son atendidas por el Gobierno.
Desde su silla de ruedas, Arnez recuerda que ya se cosió los labios para exigir que se haga realidad el bono que reclama su sector. “Quiero el bono para todas las personas con discapacidad. Si es posible voy a quitarme la vida”
, afirma.
Dice que una vez que la caravana llegue a la ciudad de La Paz, dará un plazo prudente, que podrá ser de una semana, para que las autoridades atiendan sus requerimientos.
“Luego voy a escribir una carta internacionalmente, vamos a llegar hasta la Organización de Naciones Unidas y hasta la Unión Europea y juro por Dios que me voy a quitar la vida”
, advierte Arnez, quien no teme perder la vida ya que como actualmente vive indica que es dífícil. Similar o peor situación asegura que tienen otras decenas de discapacitados.
Fuente: Opinión de Cochabamba