Educación inclusiva-segregada y rugby

Lo he dicho con anterioridad, también lo han dicho otros, y no me cansaré de repetir que el proyecto de sistema educativo que queremos es igual al proyecto de sociedad que tendremos. Con esto muchas veces pienso en las burbujas y en los compartimentos estancos en los que muchas veces nos encerramos buscando alcanzar un inexistente mundo feliz. Además de inexistente, opino que este mundo feliz es indeseable por varias razones, entre ellas destaco la riqueza de la diversidad humana, que no debemos segregar o separar desde la más tierna infancia en la escuela, debido a que nuestra vida no transcurre en una cápsula cerrada. Así, un aspecto que hay que reforzar mucho en los centros educativos es la convivencia con otros individuos de diferente aspecto, procedencia, sexo, posición social, orientación sexual, diversidad funcional, raza, y demás.

Educación inclusiva-segregada y rugby

A pesar de que la convivencia y el respeto se puedan razonar de mejor o peor forma, y un razonamiento se puede aceptar o rechazar independientemente de su calidad, sobra cualquier explicación cuando la ley está del lado de la convivencia, el respeto a la diferencia, y contra la segregación. En este sentido resulta básico apoyarse en la ley, concretamente en el artículo 24 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, un tratado internacional firmado y ratificado por España hace un quinquenio y al que pocos toman en serio. Entre otras cosas, ese artículo indica que los países están obligados a establecer un sistema educativo ordinario inclusivo.

El contenido de este tratado (que no invita ni sugiere sino que ordena) explicita lo implícito en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención sobre los derechos del niño y la propia Constitución Española. Quizá a mentes razonables les sobraría con mencionar estos textos legales para llevarlos al convencimiento de que la ley o se cumple o no se cumple. Aquí, por desgracia, no se respeta la ley, ni en el pasado ni en el futuro inmediato.

Buena muestra de la irracionalidad de las mentes que rigen nuestros destinos la encontramos en que nadie se atreve a estas alturas a discutir el valor terapéutico de la inclusión, del mismo modo es difícil rebatir su valor social, sin embargo cuesta mucho tiempo, dinero y esfuerzo (y en muchos casos lágrimas) que se acepte también el indudable papel pedagógico de la inclusión educativa de niños con diversidad funcional.

Que existen alumnos con necesidades educativas especiales es totalmente cierto. Sucede que los recursos destinados a este alumnado deben ir al encuentro del alumno y no al revés como ocurre en la actualidad. De este modo evitaríamos un doble sistema educativo (ordinario y especial) con el consiguiente ahorro económico. Sin embargo, ya estoy cayendo en la trampa de pretender razonar con argumentos económicos cuestiones que son más propias de derechos humanos, del cumplimiento de la ley.

Pero también hay mentalidades, bienes y servicios con necesidades especiales que no son separados del resto ni discriminados por ellas. Convivimos con latrocinio, machismo, xenofobia, corruptelas y todo tipo de barreras pre-LOGSE y post-LOGSE que nos intentan machacar a diario. Desde luego, no abundan figuras modélicas en los tiempos que corren en nuestro país.

Lo anterior me lleva a afirmar que las necesidades educativas especiales, más allá de fútiles razonamientos, deben encararse en colegios y aulas ordinarias con recursos adecuados.