El eslabón más débil

Jorge Calero

Es bien sabido que la seguridad de un sistema está determinada por la seguridad de su eslabón más débil. Creo que el eslabón más débil del sistema educativo lo forman los estudiantes con necesidades educativas especiales (es decir, con alguna discapacidad). ¿Por qué es importante este colectivo desde el punto de vista de la totalidad del sistema educativo? Porque el trato que reciben va a indicar si realmente el sistema cumple el principio de «no dejar a nadie atrás». Nos va a proporcionar información, por ejemplo, acerca de si el sistema educativo está orientado a atender a las personas en función de sus necesidades, sean estas de la magnitud que sean, o, por el contrario, en función de sus recursos previos (beneficiando a los que más tienen).

Sabemos, además, que a menudo el eslabón más débil es aquel que recibe menos atención, y esa desatención pone en riesgo al conjunto del sistema. En mi opinión, esto también sucede en el caso de los estudiantes con discapacidad: existe una tendencia, por parte de diversos actores (profesorado, alumnos, familias del resto de alumnos, etc.) a «mirarhacia otro lado».

En España hay 136.000 estudiantes con necesidades educativas especiales. La mayoría de ellos se escolariza en centros ordinarios, mientras que únicamente el 21% acude a centros específicos de educación especial. En principio, los centros de educación especial deberían destinarse exclusivamente a aquellas situaciones que no pueden atenderse adecuadamente en los centros ordinarios. La inclusión, como se denomina a la política de no segregar en centros específicos a los alumnos con discapacidad, ha sido la línea directriz de la intervención pública en España en los últimos 25 años. Sólo unos pocos países (entre ellos Suecia y Noruega) han aplicado una política de inclusión más intensa que España.

Sin embargo, la inclusión exige no sólo importantes recursos humanos y materiales, sino también el desarrollo de una sensibilidad específica por parte de todos los actores implicados. En un documento reciente de la Fundación ONCE y el CERMI se alerta sobre la situación actual del modelo de inclusión en España, definiéndolo como «un modelo que […] parece estancado, falto de recursos o con una asignación inadecuada, y muchas veces a expensas del voluntarismo individual y el interés vocacional que frecuentemente acaba quebrándose por la inercia negativa». Quizás el exponente más claro del estancamiento del modelo es el hecho de que muchas familias de alumnos con discapacidad buscan para sus hijos el «refugio» que proporcionan los centros específicos de educación especial, renunciando a la alternativa de la inclusión.

Es fácil «mirar hacia otro lado» en todo lo relacionado con las personas con discapacidad y, específicamente, con los alumnos con discapacidad. Pero las oportunidades de más de 100.000 personas, las oportunidades del eslabón más débil, están en juego. Conviene siempre mirar al eslabón más débil, porque, finalmente, nuestra suerte dependerá de él.

Jorge Calero es Catedrático de Economía Aplicada.
FUENTE: Publico.es