El tren, ¿servicio público?

Publicado en INTERSINDICAL (Cuaderns de l’administració pública valenciana) nº 37 NOVIEMBRE 2007

Las trompetas mediáticas anuncian la edición de un guía y un servicio de apoyo a los cascaos que viajamos en tren, en 100 de las 1500 estaciones y en ciertos trenes. Raudo acudo a la estación más cercana a mi casa y me encuentro con que el operario que me atiende me dice que la estación, la del Cabanyal, que entró en funcionamiento en 1991 con un vestíbulo accesible, cuartos de aseo adaptados y ascensores que llegan a los dos andenes, ha sido declarada inaccesible por Fomento.

Salgo con la idea de que no puedo viajar más que entre 6 estaciones de la comunidad valenciana, el resto como si no existieran. Escribo a atención al cliente de RENFE preguntando si puedo viajar poniendo por mi cuenta dos negros mandingas y me contestan que sin acogerme al convenio puedo viajar cuando quiera. Eso sobre el papel, porque cuando delante tienes a un trabajador ferroviario la cosa no es así, se ha firmado un convenio y no tengo derecho más que a viajar en las condiciones que se ofertan en la guía. Y si no que se lo digan a la mujer usuaria de silla de ruedas que con su hija quería ir desde la estación del Norte a Benicarló con su hija de 10 años. No le permitieron viajar porque en la estación de destino no se ofertaba el servicio de ayuda. Podían haberle subido al tren con las plataformas elevadoras con que cuentan y aceptado que ella, con su teléfono móvil, hubiera reunido los recursos humanos para que a la llegada a su pueblo le estuvieran esperando para apearle del tren. Pero no, tuvo que usar la tele transportación para llegar a su pueblo.

La infeliz pensaba que la constitución y las leyes le amparaban, pero el estado, personificado en los operarios que tenían delante, le impedían subir alegando un inexistente convenio por el que se le privaba de su derecho a desplazarse por el territorio español en un medio público de transporte. Otra infeliz que regresaba a Valencia desde Málaga se meó y cagó encima en la estación de Linares porque un responsable de la estación se empeñó en que la plataforma era propiedad privada y no podía tocarla nadie.

El caso, tal como yo lo veo, es que los cascaos severos que queremos viajar en tren somos rehenes de una lucha entre sindicatos y empresas ferroviarias. En esta tesitura yo reclamo mi derecho a desplazarme por el territorio nacional en un servicio público como es el ferrocarril y no acepto que ese derecho se me cambie por una guía y un servicio de apoyo restringidísimo.

Por todo ello, creo un deber impedir la vulneración de mis más elementales derechos civiles y emprender cualquier acción legal que esté en mi mano para demandar por discriminación tanto a la empresa como al empleado que me niegue el acceso al tren cuando éste lo realice a costa y riesgo mío, solicitando del poder judicial el amparo que por daño moral me corresponda.

Valencia, 1 de Noviembre de 2007