Elecciones con diversidad funcional

Ya están aquí las elecciones europeas. Hasta el día 25 de mayo estaremos inmersos en el “martirio” electoral que supone recibir escasas propuestas ilusionantes de los candidatos. Predominarán, por desgracia, las consignas demagógicas, retóricas y repetitivas que los malos políticos aprenden en las convenciones de sus respectivos partidos y con las que nos machacan en los mítines, tertulias o entrevistas de los medios de comunicación.

Elecciones con diversidad funcional

Las personas discriminadas por su diversidad funcional (discapacidad) que forman parte de alguna candidatura son pocas y ocupan lugares tan alejados de los primeros puestos de las listas, que es prácticamente imposible que alguna de ellas salga elegida. Pero los partidos realizan acciones “políticamente” correctas, nos incluyen en listas pero solo de cara a la galería. Sin más.

Otra cosa es que, ya siendo candidato, alguno de ellos se convierta en persona discriminada por su diversidad funcional, como le ha pasado a la señora Inmaculada Rodríguez-Piñero, número 7 en la lista del PSOE, al sufrir una caída y lesionarse de gravedad una rodilla, lo cual le va a obligar a usar una silla de ruedas durante varias semanas. En un instante, la candidata socialista se ha visto inmersa en un mundo que hasta ahora desconocía. Un mundo que discrimina, que impone la desigualdad, que segrega, que vulnera derechos humanos fundamentales de las personas… Ella admite que es un auténtico trastorno que la va a limitar en la campaña, ya que será imposible estar en pie o sobre un taburete. Eso sí, se puede sentir afortunada de que sus compañeros de partido le van preparar actos con escenografías más relajadas, con sofás, sillas y espacios que permitan el acceso con su silla de ruedas y mantener la pierna estirada. No tendrá problemas con el traslado a los actos electorales, tanto con el transporte en vehículo adaptado como con la asistencia personal que necesite. Me alegro por ella. Y, ante todo, le deseo una rápida recuperación.

Ahora bien, no crea la gente -ni tampoco la señora Rodríguez-Piñero- que todo es así de fácil. Lamentablemente, va a pasar por situaciones en las que se sentirá vejada y discriminada. Se va a encontrar estos días con escalones que le impedirán el acceso a muchos edificios públicos o privados, baños en los que su silla de ruedas no cabrá por la puerta, aceras sin bordillos rebajados en los pasos de peatones, rampas con pendientes exageradas y peligrosas, taxis que pasarán de largo al ver su silla de ruedas, etc.

Por situaciones como estas -y otras peores- pasamos cada día muchas personas discriminadas por nuestra diversidad funcional que necesitamos apoyos para realizar las actividades de la vida diaria y que una sociedad del “primer mundo” nos niega en el siglo XXI, convirtiéndonos en “minusválidos”, o sea, en ciudadanos de inferior categoría. La señora Rodríguez-Piñero no se acostará cada noche con la incertidumbre de saber quién, cómo y cuándo le ayudará a levantarse de la cama al día siguiente, y a ducharse, vestirse y preparar su desayuno; tampoco comenzará su día con problemas para desplazarse al trabajo, al médico, a las compras, al cine o a visitar a un familiar; ni dejará de ir al baño cuando lo necesite; comerá y cenará lo que desee y a la hora que quiera; y al final del día se acostará de nuevo en su cama…

Sin embargo, no todos corremos la misma suerte que la señora Rodríguez-Piñero. Somos muchas las personas discriminadas por nuestra diversidad funcional que viviendo en nuestras propias casas o institucionalizadas en residencias -casi siempre en contra de nuestra voluntad- no gobernamos nuestras vidas porque estamos sujetos a unos apoyos públicos miserables, o esclavos y esclavizando a nuestras familias. Somos muchos los que con empeño reivindicamos que nuestros derechos dejen de ser papel mojado, ya que están recogidos en la Constitución y en la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad que, firmada y ratificada por el Gobierno de España, es de obligado cumplimiento en nuestro país.

En el escenario de recortes en que nos tiene el gobierno del PP, algunos acudimos a Europa para manifestar en sus instituciones nuestra angustiosa realidad y fuimos bien recibidos en varias ocasiones. En una de ellas el europarlamentario Iñaki Irazabalbeitia promovió una Declaración Escrita del Parlamento Europeo en la que se insta a la Comisión a fomentar la vida independiente de las personas que sufren discriminación a causa de su diversidad funcional estableciendo estándares de asistencia personal y de protección de los derechos humanos con arreglo a sus necesidades, capacidades y aspiraciones como ciudadanos de la UE. Para que prosperara la declaración se requerían las firmas de 383 eurodiputados (50%) pero solo se consiguieron 142 (18,54%). De los 54 españoles apenas firmaron una veintena, a los que hay que reconocer su entusiasta colaboración frente a la desidia mayoritaria.

Con las elecciones del 25 de mayo elegiremos 54 eurodiputados -unos repetirán, otros no- a los cuales debemos exigir que no se olviden de la ciudadanía una vez elegidos, que tomen decisiones que igualen en oportunidades y terminen con la discriminación por motivos de diversidad funcional.

Espero que la señora Rodríguez-Piñero llegue a leer este escrito y que tras su experiencia como “minusválida” accidental y su elección como eurodiputada, su sume a nuestra justa causa: la Europa de los derechos humanos es de todos los ciudadanos y no puede prescindir de una parte de ellos.