Enfermos con ventilación asistida

En primer lugar, felicitar a Levante EMV por la sensibilidad demostrada, dedicando nada más y nada menos que un editorial a un problema de tan profunda relevancia humana y personal como es el de aquellas personas que por su elevado grado de dependencia física y por problemas vitales, como es el respirar, se ven en la circunstancia de tener como domicilio un hospital de primera línea como es La fe.
El citado editorial y una noticia recogida en páginas interiores hace referencia al caso de una joven tetrapléjica que por vivir conectada a un respirador durante las veinticuatro horas del día se encuentra internada en el hospital La Fe más de siete años. No es precisamente mi fuerte la memoria, pero me parece recordar que la mencionada joven ya fue objeto de noticia periodística hace mas de esos siete años por los problemas que existían para integrarla en el ambiente familiar. La situación en que se encuentra esta persona debe hacernos reflexionar sobre varios aspectos, entre los cuales y a bote pronto se me plantean los siguientes: ¿Cuántos casos de tetrapléjicos conectados a ventilación mecánica, durante las 24 horas, hay en la Comunidad Valenciana? De ellos, ¿cuántos necesitan oxígeno?
¿Cuántos de los anteriores se encuentran hospitalizados y atendidos por personal sanitario especializado y cuántos son atendidos en sus domicilios por familiares sin ninguna especialización sanitaria?
¿Qué medidas se han tomado para que la joven citada en la noticia pueda desplazarse fuera del hospital para realizar actividades cotidianas de su edad: ir de compras, salir al cine, de paseo, relacionarse con otros jóvenes discapacitados en las diversas asociaciones, o no discapacitados?
La cuestión a mí me preocupa, y me preocupa porque pongo mis barbas a remojar. De momento, tengo ventilación mecánica asistida nocturna, es decir, dependo de un aparato durante la noche y, si no casco antes, es muy posible que llegue a su situación, y dadas mis condiciones familiares, no tendré otra opción que ingresar en una institución donde me puedan atender. Pero mi espejo no es la situación de esta chica que lleva encerrada sin cometer un delito más, bastante más, de siete años. Yo me miro en Steven Hopkins y en Christofer Reeve, que, que yo sepa, no se encuentran recluidos en ninguna institución sanitaria, y si lo están, es por la noche, porque por el día continúan desarrollando su actividad laboral. Quizá la diferencia sea que los dos citados adquirieron su minusvalía cuando habían completado su preparación laboral, y la minusválida citada ha tenido que cargar con sus limitaciones prácticamente desde que nació.
Valencia, 18 de abril de 2001
Vicente Valero Sanchis
Miembro de la Coordinadora de
Disminuidos Físicos de Valencia