Huelgas de hambre que chocan contra un muro

Iba a escribir una entrada a este blog obscenamente irónica acerca del asunto en el que el padre de un niño con autismo en Carmona, Sevilla, se había puesto en huelga de hambre para reclamar ante la Delegación de Educación de su provincia que su hijo recibiera los apoyos necesarios (un monitor a tiempo completo) para poder (el hijo) ejercer su completo derecho a la educación.

Tras la intervención del 061 para salvaguardar la salud de este hombre, que ya llevaba dos meses sin tomar bocado, no me pareció apropiado ni pertinente emplear un tono jocoso para describir una situación en la que una persona podía dejar de respirar de un momento a otro. En un principio pensé que ya me habían chafado el articulillo, luego pensé que podía dar las explicaciones oportunas para que quedara claro el motivo por el que mi redacción rezumaba sarcasmo (sigo sintiendo asco por la inquebrantable actitud de las autoridades educativas), pero nada me parecía suficiente. Lo que no podía ante semejante insoportable despotismo era guardar silencio.

Y es que, en mi humilde opinión, ante asuntos que bordean la vida y la muerte de las personas no puede uno ni callar, ni actuar de un modo muy superficial. El tema es demasiado serio para tomárselo a chota. No es como decir “¡viva Andalucía! Venid aquí, os nombrarán director del centro andaluz de flamenco aunque no lo sepáis y cobrareis durante tres años 2000 euros al mes en cómodos plazos mensuales”. No es ése el plan.

Sigue la impúdica injusticia contra un niño que es discriminado, por la administración educativa, por su funcionamiento, aunque ya, afortunadamente, sin que el padre de la criatura ponga en riesgo su salud física y mental. Parece ser que él, convencido por su familia, ha dejado la huelga de hambre que inició hace meses. Nada ha recibido a cambio por parte de las autoridades. Pero ya cuenta con el cariño y apoyo de muchas personas que están viendo que hay orejas de lobo en más lugares de los esperados.

Decir ahora que la Delegación de Educación se basa para sus dictámenes en informes elaborados por la misma Delegación de Educación me parece superfluo en este momento. Ahora mismo lo que toca es celebrar que José ya come y bebe, o bebe y come. En cambio, afirmar que no se trata de un caso aislado en nuestra cercanía no es insensato de ningún modo. Es obvia la existencia de una plaga, convertida tiempo atrás en lacra social, que afecta a las personas que funcionamos de un modo poco común.

El ejemplo de Carmona es la punta del iceberg de la discriminación, la segregación, la muerte social para muchas personas. Y eso es grave, muy grave. Sería discutible (para mí no) si cabe equiparar estos hechos a otros de mayor repercusión mediática. Una vez, hace ya tiempo, escuché gritar que «el silencio mata». En aquellos momentos yo pensaba que se trataba de una exageración propia de “demagogos y populistas”, hoy mi opinión ha cambiado.

La discriminación está aquí, instalada con normalidad entre nosotros desde hace siglos. Y no se va a ir por obra divina, sino que habrá que conquistar nuestros derechos de ciudadanía a bocados y mordiscos si es necesario. Para finalizar me imagino o quiero imaginarme que cualquiera que dentro de 200 años lea o vea la historia de la civilización en el siglo XXI se frotará los ojos por la incredulidad que le producen sucesos que, espero, hayan desaparecido.