Humanidades sin minusválidos

Publicado 09 de noviembre de 2002

No habían pasado 12 horas, desde que el pasado miércoles vi en LEVANTE-EMV la noticia de que la Universitat de Valencia había abierto las puertas de la llamada Biblioteca de Humanidades, cuando recibía en casa la llamada de un amigo usuario de silla de ruedas que me decía que había ido a la Biblioteca y cuando llegó a la puerta había desaparecido la rampa, que tanto costó conseguir que se construyera en la Escuela de Empresariales. No se si pidió ayuda a los estudiantes que se disponían a entrar a la biblioteca, o si tuvo que dar voces para que saliera el guarda de seguridad que vigila la entrada, el caso es que éste le informó de que existía un acceso adaptado para minusválidos “por detrás”. El tal acceso resultó ser la salida de emergencia, que curiosamente no se puede abrir desde fuera.

En conclusión, una obra que ha costado según la página web de la Universitat más de seiscientos millones de los de antes no contempla el acceso de las personas de movilidad reducida desde su construcción y para más inri se llama “de humanidades”. Es de suponer que la citada obra ha cumplido todos los requisitos administrativos y ha sido visada por el colegio de arquitectos y por la administración competente, cumpliendo por tanto la normativa vigente en materia de accesibilidad. Normativa por cierto que se encuentra pendiente de ser desarrollada en cumplimiento de la ley 1/98 de accesibilidad, pero debe ser muy costoso desarrollarla porque llevo mas de cuatro años sentado en mi silla de ruedas esperándolo. Con todo, si la biblioteca cumple la normativa vigente y permite que los minusválidos debamos entrar por la puerta de atrás, lo considero una clara burla de la normativa, un atropello de los Derechos Humanos y un desprecio a las Directivas de la Unión Europea sobre No Discriminación.

Este fin de semana aparecía una noticia relativa a la memoria de Manuel Sánchez Ayuso, pues bien a mi memoria ha venido que hace más de 25 años, siendo él Decano de la Facultad de Económicas se construyó la primera rampa de acceso a un edificio universitario en Valencia. Su construcción la pidieron dos minusválidos severos que cursaban estudios de Económicas, y pese al poco presupuesto que siempre tienen los centros docentes para los gastos corrientes, se priorizó la construcción de aquella rampa por considerar que el primer principio que debía cumplir la Universidad era el de la accesibilidad universal.

La comunidad universitaria no puede haber retrocedido éticamente en estos años, por ello entiendo que debe procederse a clausurar la entrada no accesible y trasladarla al acceso adaptado hasta tanto en cuanto se construya una rampa con pendiente no superior al seis por ciento. Admitir que se mantenga el acceso principal inaccesible abierto mientras se realizan estudios para adaptarlo no cuela señor rector, esa excusa la vienen utilizando los máximos responsables de la Consellería de Campanar desde tiempos de Cipría Ciscar y esta es la fecha que no se ha puesto ni un ascensor para salvar las seis escaleras que tiene el edificio. Y es que la cultura siempre ha estado difícil para los minusválidos, pero los valores éticos y solidarios de la comunidad universitaria, para mí son incuestionables.

Durante mi etapa universitaria ningún día dejé de asistir a clase en el cuarto piso porque se estropeara el ascensor. Si a la hora de comienzo de las clases no estábamos «los dos minusválidos» en clase, bajaba un grupo de compañeros y en vilo nos subían los cuatro pisos, sin hacer caso de nuestras indicaciones relativas a que por un día no pasaba nada. Por ello, se comprenderá que, 25 años después no pueda permitir que alguno de los hijos de quienes me ayudaron durante mi etapa universitaria tenga que entrar en un edificio nuevo de la Universitat de Valencia por la puerta de atrás, mi compañero Luis Fernando Moreno tampoco lo permitiría.

Valencia, 09 de noviembre de 2002