He oído últimamente hasta la saciedad eso de que en cuanto a accesibilidad llevamos mucho hecho pero nos queda un trecho por recorrer. Bien, pues es casi verdad. En efecto, tiene mucho de verdad esa afirmación, aunque para ser más exactos debería decirse que en lo que respecta a accesibilidad constructiva hemos avanzado un poquito, y vaya pedazo de cacho de trozo que nos queda por recorrer. Eso se ajustaría más a la realidad, y en eso hay una labor enorme todavía por realizar. En esta entradilla, me he propuesto dar cuenta de varios obstáculos que impiden a ciertos individuos realizar sus actividades cotidianas con normalidad. No tengo un objetivo claro, sino el de hacer visibles y conocidas algunas aparentes tonterías que dificultan la vida de personas ciegas, sordas, con movilidad reducida, y demás bichos raros que pululan por las calles.
La idea surgió viendo la televisión, hipnotizado por las carreras de unos jugadores de fútbol. Y es que tanto un familiar como yo tenemos un nivel bajo de audición (que nos estamos quedando tenientes, vaya) por lo cual vemos los contenidos de la caja más tonta todavía con los subtítulos puestos. Es bastante cómico leer que cuando Cristiano Ronaldo tiene una oportunidad manifiesta de gol, el subtítulo diga: “Arbeloa se dispone a sacar de banda” o “el tiempo se está consumiendo”. La falta de sincronización lleva a la carcajada en los partidos de fútbol, pero también se repite en películas, noticieros, y todo tipo de programas con subtitulación (la publicidad, por ahora, está exenta de subtítulos lo que, en mi opinión, no supone un buen negocio para las empresas, pero ellas sabrán lo que hacen).
Y tras tener la brillante idea, una cosa llevó a la otra hasta que me encontré un artículo en prensa que presumía de que un 0,13% de bares y restaurantes en Barcelona disponen de cartas en Braille. Ese porcentaje tan alto en la ciudad catalana supera con creces el porcentaje de menús en Braille en otras ciudades españolas no tan punteras. A mí me parece que seguro que hay más cartas en chino que en Braille, pero es sólo una impresión personal. Menús en inglés segurísimo que hay muchos más, de eso no me cabe la menor duda.
De un bareto en Barcelona me trasladé a la calle de al lado de mi casa, que no está ni de cerca en Cataluña. La calle Cuárteles de Málaga, aparte de albergar la sede central de la ONCE en la ciudad, tiene cero semáforos cero con señales acústicas para que las personas ciegas puedan atravesar los numerosos pasos de peatones que la cortan y atraviesan. Se ve que por arte de magia los vehículos se detienen al paso de estas personas, y por lo tanto no necesitan que los semáforos de esa calle (una de las arterias principales de la capital de la Costa del Sol) tengan dichos avisos.
Todo el mundo es consciente y conocedor de la difícil que es para una persona en silla de ruedas viajar en autobús. A la aventura de que se pueda uno o una subir al vehículo, hay que añadir la necesidad imperiosa de pagar el billete atravesando un pasillo con gente hasta llegar al asiento donde se sitúa el chófer. A todo lo anterior se suma el hecho de que los pasajeros se deben colocar en un lugar adecuado para realizar el viaje, por lo que hay que hacer mil y una maniobras, y toda una serie de acciones que no vienen al caso ahora. Simplemente quería mencionar que no soy ciego y veo los carteles de “próxima parada”, la hora, el número de línea en el que voy y el paisaje. Sin embargo, no escucho ningún aviso por megafonía indicando el lugar de la próxima parada. Si yo fuera una persona ciega, aunque llevara radar o algún aparato del estilo, no sabría dónde bajarme del autobús. Sin tener radar o GPS no tengo idea de cómo me las apañaría.
Para rematar la faena del día, me vino a la cabeza el asunto de la plataforma única en los sitios urbanizados. Pensando de modo egoísta, admito que esta modalidad de calle me viene muy bien como usuario de silla de ruedas para no romperme la crisma si me descuido un poco. Pero en este caso también hay que pensar en los demás: cuando una calle llana la atraviesan vehículos, las personas que no ven (personas ciegas) se pueden encontrar en mitad de la calzada sin percatarse de ello. En este tipo de vía, esas personas quedan totalmente indefensas y expuestas sin saberlo a atropellos y demás.
He puesto cuatro o cinco ejemplos que indican el largo camino que nos queda para conseguir una accesibilidad medio decente. Sin negar los avances que hemos alcanzado a día de hoy, entiendo que a este ritmo la desigualdad entre ciudadanos estándar y disciudadanos se hará eterna.