La Plaza de Josep Goebbels

Un solar cedido a una asociación de personas con parálisis cerebral para la construcción de una residencia ha ocasionado un amplio debate ciudadano en las páginas de LEVANTE. Se trata de un solar que en el PGOU de 1988, cuando los terrenos eran huerta, calificaba como edificable para servicio público. Si la calificación del solar ha variado desde entonces no tengo duda de que se resolverá en el ámbito judicial, como corresponde a un estado de derecho, pero lo que a mi me preocupa son los sentimientos que están quedando en el camino.

Hay una serie de argumentos y actitudes que han aparecido en la prensa en estos tiempos que me han tocado la parte más sensible. Se ha calificado al edificio como “sanatorio”, a los futuros usuarios como “enfermos”, se ha escrito que este tipo de centros cuanto más lejos mejor estarán los usuarios, que los vecinos son “buena gente”, que la beneficiaria de la cesión es una asociación “privada”, destructores de la plaza…..

Ante esta serie de argumentos quiero hacer las siguientes consideraciones:

1. Las personas con parálisis cerebral no son enfermos, son personas con necesidad de apoyos generalizados en función del grado de afección. Son discriminadas por su diversidad funcional y sus padres tienen que correr, entre otros muchos, con gran parte de los costes de educación por el hecho de que la enseñanza, para ellos, no es un derecho universal y gratuito como para el resto de los ciudadanos. La administración no atiende la escolarización de estas personas en los colegios públicos con el resto de las personas de su edad y los dirige a centros específicos, educándolos de esta manera para que el día de mañana sean unos buenos “enfermos”, carne de residencia cuando sus padres no les puedan atender. De esta manera quedan excluidos de cualquier tipo de integración laboral y social real.

2. El estado, por medio del IMSERSO, dispone de 5 Centros de Aislamiento para Minusválidos Físicos, que están situados en: Pozoblanco (Córdoba), Alcuescar (Badajoz), Ferrol, Leganés y Guadalajara. Muchos amigos cuando faltaron sus padres fueron exiliados a los tres primeros y solo a una pudimos rescatar.

3. Un artículo en este diario argumentaba que los vecinos son “buena gente”, yo no lo dudo, pero quien se entera por la prensa de que ofrecieron 120.000 euros a la asociación para que se fuera a otro lado, puede no tenerlo tan claro como yo. Ofrecer dinero para que personas con parálisis cerebral se vayan a otro sitio es comparar derechos y precios, y eso es de necios.

También alguien puede pensar que los 3.000 vecinos son “enfermos”, porque de otra manera no se entiende que nadie escuchara ni viera a quienes rompieron vallas y material apilado para la obra. Eso me recuerda unos versos de Bertold Brecht: “cogieron a los comunistas, y yo no dije nada por que yo no era un comunista. Luego se llevaron a los judíos…..Y cuando finalmente vinieron por mí, no quedaba nadie para protestar.”

Se manifestó públicamente que no se garantizaba que las protestas fueran pacíficas y ese vaticinio se cumplió. No es cuestión de quedarse callado y no denunciar el atropello de quienes lo hicieron y quienes los protejan con su silencio, que son por ello, cómplices tan culpables como quienes lo hicieron.

4. No estaría ahí una asociación privada, como lo son todas las que atienden a los problemas de las personas con diversidad funcional, si el estado se encargara de cumplir las obligaciones que para con ellos tiene por mandato constitucional y en cumplimiento de la Declaración de los Derechos Humanos. Por otro lado ¿la asociación de vecinos es pública o privada? Yo también compraría un parque de 5000 metros cuadrados en la puerta de mi casa por 24 euros, como los vecinos de esa plaza. Pero no pagaría nunca 40 euros a nadie para que no se pusiera a vivir cerca de mi casa.

5. Finalmente se ha argumentado que el demócrata José Maria Orense iba a correr a gorrazos a los políticos por quitarles a los vecinos un parque edificado sobre un solar destinado a dotación pública. Yo no quiero entrar a discutir de que lado se pondría ese demócrata, pero para salvaguardar su buen nombre propongo el cambio de denominación de la plaza por otro que le es mas propicio: Plaza de Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi que recomendaba machacar con mentiras en la seguridad de que «algo queda», la primera campaña propagandística de exterminio fue la de los discapacitados, y en reconocimiento a la estrategia asumida por el movimiento vecinal en este caso es un nombre que le cuadra a la plaza.

Valencia, 9 de diciembre de 2005