En noticia publicada el 15/08/2011 en el País, a propósito de los tres niños asesinados en un centro para discapacitados en Boecillo (Valladolid), se dice que «…Los investigadores creen que podría tratarse de un homicidio compasivo…» Menos mal que más abajo se apunta que «… los tres fallecidos presentaban movilidad reducida entre el 78 y el 90%…» de lo contrario el lector, seguramente, no podría imaginarse cómo se baraja la hipótesis de la compasión. Así en cambio sí.
Y esto queda claro cuando uno lee los comentarios que los distintos lectores van vertiendo. Como muestra un botón:«… Ese es un trabajo para el cual hay que tener un cuajo especial, y no es muy raro este tipo de crimen…» «… cuando se tiene que «luchar” con estos pobre seres humanos…»
Uno, que es tetrapléjico y también persona, se queda horrorizado, no sólo por el crimen, sino por la mentalidad que sale a flote en estas ocasiones. En efecto, las vidas de nuestro colectivo son consideradas como indignas de ser vividas. La terrible consecuencia lógica nos lleva a la separación de la sociedad en centros residenciales o en casa. No obstante, hay opciones como la asistencia personal que procura la posibilidad de una vida digna, resultando incluso más eficaz desde el punto de vista económico, que no se pueden o no se quieren ver.
Autor: Miguel Rueda