Qué bonito, qué bonito. Qué bonitos cuentos solidarios hacen en la editorial Wondernology para enseñar a los niños a compartir. Y qué bien lo cuentan en Radio 5, la radio pública española, en su programa La Pequeteca:
Porque las autoras de los cuentos de Wondernology, que son madres recientes como yo, quieren que sus pequeños aprendan desde la cuna los valores de la solidaridad. Y para ello les han convertido en protagonistas del cuento León, Carmencita y las puertas mágicas. Niños solidarios que acompañan al famoso Ratón Pérez, que para desplazarse en sus viajes mágicos utiliza unas puertecillas de madera llamadas Pérez’s Door.
En el cuento aparece también un Niño Sin Dientes que además de dientes tampoco tiene nombre, cosa harto sorprendente en un cuento solidario donde sabemos el nombre de León, el de Carmencita, el del Ratón Pérez y hasta el de sus puertas, pero por algún motivo, las autoras no han considerado que el Niño Sin Dientes tenga nombre.
El Niño Sin Dientes, dicen en la radio, simboliza a todos los niños con discapacidad intelectual. Por algún motivo que no consigo comprender, a alguien se le ocurrió que para explicar a los niños y niñas la diversidad intelectual lo mejor era hacer este símil. Y oye, a otro se le ocurrió que era una idea cojonuda y por ahí anda el libro a la venta.
Total, que León y Carmencita deciden (otra idea cojonuda) que lo mejor que pueden hacer para ayudar a los Niños Sin Dientes es recolectar dientes y se ponen a ayudar al Ratón Pérez.
Por supuesto, nadie se molesta en preguntar a los Niños Sin Dientes si quieren tener dientes, o si prefieren una mayor variedad en las papillas, o si tenían puñetera gana de salir como secundarios de un cuento supuestamente dedicado a ellos. En fin, que gracias a León y Carmencita, niños solidarios, todos acaban comiendo perdices gracias a las nuevas prótesis dentales.
Y cuando te duelen los dientes de puro amor, te dice la radio que cada cuento viene acompañado de una puertecita de artesanía, una pequeña Pérez’s Door fabricada por los carpinteros de la Fundación Carmen Pardo Valcárce. Y te dicen a coro la locutora y la autora del invento que con eso quieren demostrar que “estos NIÑOS trabajan muy bien y son CAPACES de hacer muchas cosas”.
Niños sin dientes, ya sabéis, que tienen treinta años pero como carecen de dientes se han quedado sin derecho de ser llamados adultos hechos y derechos, a pesar de que son capaces de hacer cosas tan bonitas como estas puertas de madera.
Curiosamente, tres carpinteros aparecen nombrados con foto y todo en la contraportada del libro, destacando lo extraordinario de que estos tres NIÑOS hayan cumplido un trabajo para el que están perfectamente entrenados y cobran por ello.
Soy madre reciente, como las autoras del libro. No sé si mi hija, que en el momento en que escribo esto cumple cinco meses, tendrá o no dientes metafóricos, pero sí sé que quiero para ella un entorno con colegios, piscinas, parques y cafeterías donde la diferencia sea lo normal. Y me gustaría que entre sus lecturas contara con más protagonistas con una diferencia extraordinaria que no necesite de niños solidarios ni puertas mágicas, ni demostrar las capacidades de nadie.