Minusválido o Tarado

Publicado en Levante el  06 de enero de 2003 en el apartado opinion.

Lo siento, pero si no me explayo escribiendo lo que pienso sobre las últimas noticias aparecidas relativas al colectivo de discapacitados me va a dar algo. Y no está en mi ánimo el dar más trabajo al personal sanitario del hospital al que acudo a reparar las muchas taras de que mi organismo disfruta.

Por ello, cabe calificarme como tarado de primer orden, y mis opiniones a nadie pueden ofender porque, en primer lugar, solo pretendo hacer recapacitar sobre su contenido, y en segundo lugar porque, lo que diga un tarado no puede ser tenido en cuenta.

La reciente sentencia del Tribunal Constitucional por la que rechazaba el recurso del Gobierno, contra la subida de las pensiones no contributivas, asistenciales y subsidios de la masacrada LISMI, ha hecho venir a mi mente la frase de Tirso de Molina: “no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague”.

Tres años después el TS ha venido a dar la razón a la Junta de Andalucía. Al amparo de la argumentación de la Junta de Andalucía alguna otra comunidad autónoma, la Balear recuerdo ahora mismo, aprobó complementos económicos extraordinarios para las personas que perciben pensiones no contributivas de jubilación e invalidez o ayudas del Fondo Nacional de Asistencia Social y de la LISMI. Pues bien, mi sorpresa no se produjo con las noticias aparecidas estos últimos días anunciando que algunas de las comunidades gobernadas por el PSOE volvían a aprobar los citados incrementos para el año 2003, sino por el argumento que el Presidente de la Rioja daba para incrementar en 100 euros anuales las mismas prestaciones a los residentes en su comunidad. Pese a manifestar que «no me hubiera gustado tomar esta decisión porque esta sentencia puede provocar una guerra malentendida» sobre «a ver quién es más que quien», aprueba esa ayuda complementaria porque «a los riojanos les quiero más que a nadie y, si existe esta posibilidad de mejora, el Gobierno de La Rioja, en este sentido, no se va a quedar atrás».

No quiero yo que los diferentes Gobiernos Autonómicos se peleen por demostrar quien quiere mas a sus administrados mas necesitados, prefiero que se sienten a consensuar un marco armónico de prestaciones económicas, técnicas y de contenido sanitario y social, que garantice unas prestaciones dignas para los beneficiarios de las prestaciones asistenciales en las que el sujeto causante sea el beneficiario. “No debe de ser fácil, discurro. Pero para la cuesta arriba quiero mi burro” y en las Cortes Españolas y Autonómicas hay personas con capacidad sobrada para cambiar leyes y normas.

Me preguntaba el otro día otro minusválido, en el autobús especial, que como veía yo el que en las Cortes Valencianas se estuvieran pegando a cuenta del futuro Estatuto del Discapacitado, y como mi megafonía no me permite explayarme en largas conversaciones en ambientes llenos de ruidos, quede en contestarle por escrito. Es claro y diáfano como el agua que el estatuto es un globo lleno de aire, y como el aire tiene la cualidad de adaptarse al recipiente que lo contiene y ocupar todo el volumen de este, esta ley es abundante en declaraciones de principios u objetivos a alcanzar por los poderes públicos, pero sin contenido normativo del que deriven derechos concretos que puedan ser exigidos por nosotros y peleados en los tribunales de justicia, lugar al que con harta frecuencia la actuación de la Administración nos lleva. Yo considero más útil la emisión de decretos, reglamentos y ordenes, que con una manifiesta voluntad política e interpretación generosa de las leyes hacen cambiar la realidad existente. Por tanto la ley me parece fantástica, gane quien gane las próximas elecciones podrá aplicar su programa sobre esta ley. Se venderá su aprobación en los medios de comunicación de modo que parecerá que los cascaos vivimos de puta madre y tenemos unos derechos y ayudas que a la hora de la verdad no son nada, porque detrás de esos titulares está la letra pequeña que nadie lee porque no va con una lupa por la vida.

Como vengo manteniendo, los minusválidos estamos bien tratados en las leyes y tenemos unos derechos reconocidos que la Administración nos quita en la interpretación que da a las leyes. En la interpretación morimos los minusválidos. En las trincheras de la interpretación de las normas la Administración carga a bayoneta al toque de degüello y, como soldado que huye vale para otra batalla, tenemos que lamernos las heridas para, en el mejor de los casos, acudir a largas luchas en los tribunales de la administración de justicia, para conseguir corregir las torticeras interpretaciones que la Administración da a las leyes. Por cierto que como a la Administración le sale gratis el alargar los procesos judiciales, mientras que a nosotros además de costarnos vil metal nos cuesta la escasa salud que tenemos al tragarnos, apretado el culo, las amargas lagrimas de la impotencia, que algunos enjugamos con el paño de una esperanza que no tiene límites.

En fin esta es la opinión de un tarado, que tiene movimientos reflejos cuando ve noticias como la publicada en LEVANTE el pasado 23 de diciembre relativa a un tetrapléjico por accidente que estaba ingresado en un Hospital y no habían recursos asistenciales para ir fuera del hospital. Esa noticia manifestaba una situación semejante a otra, aparecida el 15 de enero de 2001, que informaba de la situación de otra tetrapléjica, con ventilación mecánica, que estaba en la Fe siete años porque no había recurso asistencial para ella. Como dijo en su informe el Sindic de Greuges contra mayor es la necesidad asistencial mas débil es la respuesta de la Administración.

Y es que para mí, en lo que es la atención sociosanitaria, cojea por la parte social, porque la sanidad pública es capaz de poner en la calle a personas que pocos años atrás no salíamos de la mesa de quirófano. También me pareció muy centrado otro articulo del Diputado Joaquín González sobre ciertos sueños que tuvo, a el le digo que «Dios nos premia con los sueños y castiga con la realidad» y que «Nuestros sueños son nuestra única realidad».

Valencia, 06 de enero de 2003