Protectores de la paz y benefactores de las guerras

Discurso pronunciado por Gervasio Sánchez (Periodista y fotógrafo) durante la entrega de los premios Ortega y Gasset el 7 de Mayo

En el acto estaban presentes la Vicepresidenta del Gobierno, varias ministras y ministros, ex ministros del Partido Popular, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, el Alcalde de Madrid, el Presidente del Senado y centenares de personas

Mujer africana con prótesis en las piernas junto a su bebé [Clic para ampliar la imagen]Estimados miembros del jurado, señoras y señores:

Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo.

Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.

No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.

Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofía Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.

Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad.

Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.

Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película “Cuentos de la luna pálida” de Kenji Mizoguchi.

Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luís Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martín Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.

Muchas gracias.

Un comentario en “Protectores de la paz y benefactores de las guerras

  1. En el momento de la llegada de un nuevo año, no puedo dejar de repasar el pasado y mirar hacia el futuro, que también es mi oportunidad de compartir con todo el mundo la propagación del año pasado, las obras que hemos hecho. En el Día de Año Nuevo de 2008, Jian Zhen Biblioteca se completó después de dos años y medio de la construcción, permitiendo así a la ceremonia de apertura de Jian Zhen Fo Guang Yuan Galería de Arte y Yangzhou Foro que tendrá lugar. Yangzhou es mi patria, y también es un antiguo patrimonio cultural. Durante los últimos mil años, los escritores y poetas de la izquierda detrás de un sinnúmero de hermosos poemas y fragmentos de obras. JN0-400 Durante la dinastía Qing grandes, los mercaderes y comerciantes de sal Huizhou se reunieron aquí y permitido que la ciudad prospere. La rica historia y la civilización de esta ciudad le ha permitido convertirse en uno de los diez antiguas capitales del mundo con más animo. Con la finalización de Jian Zhen Biblioteca y la apertura del Foro de Yangzhou, la gloria de los estudios y la cultura budista en Yangzhou están obligados a ser revitalizada. 70-432 Bajo la dirección del curador Weng Zhenjin, el Foro de Yangzhou contó con la presencia de conferencistas de renombre mundial, como el novelista Er Yue He, Qian Wenzhong, Rui Ma-fang, Yu Dan, Wang Bang-Wei, Yan Chongnian, Kang Zhen, Cheng Shiyan, Charles HC Kao, Yu Kuangchung, Henry Lee, y Cui Yongyuan conversaciones que dieron a luz en Strange Tales de Liaozhai, Memorias históricas (Shi-ji), las Analectas, los poemas Tang Xuanzang Viaje a Occidente y así sucesivamente. Como la historia es mencionado budistas monásticas y laicos, hay muchos que han dedicado su vida al estudio, la difusión y la protección del budismo a través de los últimos cien años de historia del budismo. 1Y0-259 En el momento del séptimo aniversario de la Puerta Universal budista Oficial, he propuesto un esquema de trazado de nuevo el número 46, empezando con «Una selección de la 20th Century literatura budista.» Esta serie se compone de obras escritas por bhiksus, bhiksunis, laicos budistas y eruditos en temas tales como «el budismo y la literatura», y «el budismo y la arquitectura» como un intento de estimular la lectura.

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