Reseña de la película «Campeones»

Hoy que parece que la ola de calor ha pasado por España olvidándose de que tenía que golpear Málaga, sigue haciendo calor y, como nadie me ha dado vela en este entierro, me propongo hacer una breve reseña de la película española más taquillera de 2018: Campeones, dirigida por Javier Fesser.

La película no me disgustó apenas, el problema viene cuando el espectador supone que es una comedia pero ignora que es la realidad que vivimos muchas personas discriminadas por nuestro funcionamiento y aun así nos seguimos riendo a mandíbula batiente. Yo me reí lo suficiente, pero como es más habitual de lo que me gustaría, no estaba de humor porque la sala de cine me provoca tortícolis. Otra pequeña malura que se nos hace y que pocos tienen en consideración porque hay cosas más importantes, según me dicen.

 Pero volviendo a la película, aunque confieso y ya he confesado que la escena me produjo risa, pensándolo bien no tiene la más mínima gracia ser expulsado de un vehículo de transporte público en mitad de la carretera. A mí por lo menos la situación no me produciría ningún atisbo de alegría, y para rematar la faena hay que decir que este modo de actuar no es ficticio ni producto de ninguna excepcional película (bueno, si la vemos en tono de denuncia el filme se consideraría auténticamente excepcional).

De tal modo que a todos los espectadores les parece bien y adecuado que los componentes de un equipo deportivo se desplacen a sus enfrentamientos en transporte especial (en este caso creo que era una furgoneta, pero no me lo tomen muy en serio).  Por otro lado, ya el mero hecho de que la condena  a un borracho por conducir ebrio y provocar un accidente de tráfico sea la de entrenar a un grupo de discapacitados a modo de canguro que tiene que cuidar de unos niños chicos, insiste en el pensamiento extendido de que somos unos indeseables con los que nadie se quiere juntar salvo que le castiguen. La ignorancia y el desconocimiento mostrados en la película son muy grandes, y eso es digno de alabanza porque al conocer la realidad de estas personas se da uno cuenta de que no son ellos (los personajes) los “tarados” sino el entorno (espacios y mentalidades) es el que está enfermo.

Rebobinando un instante al modo en que los protagonistas consiguen su medio de transporte, hay que recordar que se les da tras observar atónitos o impasibles cómo el malvado jefe de uno de los personajes le impide practicar su deporte, abusa de él en el trabajo, lo utiliza como “lavaplatos” en lugar de permitir que desarrolle sus potencialidades al máximo y finalmente es engañado por los protagonistas no discriminados por su funcionamiento. No, eso es después, cuando tienen que viajar en avión a las islas. Es que tengo que escribir a toda mecha porque en realidad no soy libre del todo, y tengo un tiempo determinado para redactar (dictar lo redactado, por mejor decir).

La cuestión es que somos testigos en la película (que es tratada cómicamente pero bien puede considerarse una brutal denuncia) del día a día que soportan muchas personas discriminadas por su manera de ser. No es para enorgullecerse de nada pertenecer a una sociedad que, como vuelvo a afirmar, está gravemente enferma y necesita un radical cambio para acoger la diversidad humana (en este caso la discapacidad, en otros seguro que hay creadores que necesitan tratar la realidad de colectivos de edad avanzada, inmigrantes, personas oprimidas por su orientación sexual, por su género, religión o lo que se les ocurra). Necesita no caer en los intentos continuos de homogeneización, que nos destruiría.

La sociedad en la que vivimos  se caracteriza además por la competitividad de sus actividades organizadas (“participaremos en el campeonato, y para mí participar significa ganar”) y es precisamente contra esa competitividad que se rebelan los integrantes del elenco, mostrándonos que lo importante es participar y en absoluto ganar, lo cual está sobrevalorado. Pienso que ahí radica el heroísmo de los miembros del equipo (los discriminados). A pesar de que yo opine que no es necesaria una película de “héroes y parias” por obvia, la denuncia es absolutamente necesaria ante algo que tenemos delante de nuestras narices pero dejamos pasar de largo ante su invisibilidad todavía absoluta.

Quizás el mayor “pero” que yo destacaría de esta película sería que es una de esas de “lágrima fácil” y olvido más fácil todavía. Recomiendo verla, pero no olvidarla, y hacer algo para solucionar la problemática situación en la que muchos se encuentran.