Sin elección ni control

Cada cosa llega en el momento apropiado, y después de un trabajo descomunal de razonamiento, favorecido por un estado lamentable de nuestra situación económica, parece que las administraciones públicas por fin empiezan a sustituir el modelo de la dependencia residencial por un modelo supuestamente de vida independiente basado en la asistencia personal. El negocio de las residencias parece que toca a su fin.

Sin embargo es evidente que el modelo de la dependencia basado en los cuidados por parte del entorno familiar no está maduro para su sustitución. En este caso se trataría de los movimientos feministas los que deberían rasgarse las vestiduras ante este patente acto de violencia contra la mujer. Se trata de unos cuidados con una remuneración ínfima y un horario permanente que facilita la exclusión del mercado laboral de la mujer cuidadora, al tiempo que impide la inclusión social y la vida independiente de la persona con diversidad funcional. Pero esa es otra batalla que habrá que afrontar una vez terminada ésta.

Y regresando al nuevo modelo de vida independiente basado en los apoyos externos de una tercera persona, el movimiento asociativo de la discapacidad socialmente aceptado no podía por menos que dejar de coger del plato su trozo del pastel. Es inevitable mencionar el hecho de que como resultado de esto, la federación nacional ASPAYM, perteneciente a la plataforma nacional PREDIF, se han convertido en los supuestos adalides de la asistencia personal, con el apoyo del gobierno de la nación a través del Director General de políticas integrales para la discapacidad (Ignacio Tremiño) perteneciente al Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales. El señor Tremiño, a su vez, fundó en su día PREDIF. Tanto PREDIF como ASPAYM como el señor Tremiño están o han estado en la órbita de CERMI (comité estatal representante de las personas con discapacidad), de este modo se puede afirmar que todo queda en casa.

Nada de esto tendría excesiva importancia si no fuera porque se desvirtúa la asistencia personal y por extensión la vida independiente. El caso es que, hablando en plata, la filosofía de vida independiente se podría resumir en dos palabras: elección, control. Tal y como se ha acordado, la elección y el control sobre la propia vida de una persona queda totalmente limitada y mermada por tres motivos muy simples.

En primer lugar hay que mencionar que se pretende hacer un curso de 330 horas para ser asistente personal. Todos y todas, especialmente en Andalucía, sabemos las tropelías que se cometen en estos cursos. Además y debido a la diversidad de cada una de las personas que van a recibir el servicio de asistencia personal, resulta imposible realizar un curso efectivo de esas dimensiones o de cualquier otra siempre que el formador o la formadora no sea la propia persona asistida (o su representante legal). No es posible hacer un curso destinado a asistir a una mujer con síndrome de Down en el ámbito rural que a un niño ciego en el ámbito urbano e hijo de madre soltera, o a un hombre en silla de ruedas con lesión medular que viva con su pareja. Sin embargo, la formación resulta demasiado golosa y suculenta para dejarla en manos de personas discriminadas por su funcionamiento o apariencia o malformación. Por otro lado, la libertad de elección de la persona trabajadora “asistente personal” quedará muy limitada según el lugar donde se habite y, como he dicho antes, según su diversidad.

En segundo lugar, la relación entre “contratador” y “contratado” tiene que quedar clara. Se trata de una relación laboral jerárquica, con pago directo al contratador, que hace con el dinero recibido lo que considera más oportuno para obtener la asistencia personal adecuada a sus necesidades. Todo esto en aras a que exista un verdadero control sobre la propia vida de la persona.

Y en último lugar, para llevar a cabo este modus vivendi de modo aceptable, es preciso que el pago a la persona contratada (por parte de la persona que recibe el pago directo) sea aceptable, adecuado y digno. Al mismo tiempo, el pago a la persona contratadora debe permitir alcanzar un número apropiado y digno de horas de asistencia personal, que no es otra cosa que la línea de salida a partir de la cual conseguir la ansiada vida independiente.

Pues lamentablemente, el poder no ha entendido o no ha querido entender la naturaleza de la vida independiente con el apoyo de una asistencia personal que permita al individuo estar incluido en la vida social, política, cultural y económica de su entorno. Pero esta trasgresión y ataque directo a nuestra existencia no ha llegado a generar ningún rechazo social ni de otro tipo.

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