Un camino lleno de baches

CASTILLA Y LEÓN. Vivir con parálisis del brazo izquierdo es una dura lucha diaria para una niña de once años, con serias dificultades simplemente para subir su mochila al aula

La falta de ayuda para subir la mochila provocó una caída con rotura del hombro

Educación ha puesto un auxiliar para que lleve la carga de la menor

Lleva once años arrastrando dificultades, un andar pesado, un brazo que no responde, una lucha por ser una niña más que juega, va al cole, quiere bailar y participar en la vida. Su hemiparesia izquierda y su minusvalía motora llegaron por dificultades desde el nacimiento y la fisioterapia y los especialistas han ido mejorando su caminar aunque no los movimientos y fuerza de su brazo y mano, que aguardan una intervención quirúrgica que abrirá grandes esperanzas. Mientras tanto, esta pequeña ha luchado primero en el Centro de Atención Temprana, después en el García Quintana, por adaptarse al colegio, a los otros niños y cumplir objetivos. No le faltó ayuda en estos años; pero llegó el necesario cambio de colegio porque la pequeña vive en Laguna de Duero y su familia precisaba una mayor cercanía para resolver el transporte. El centro La Laguna acogió a la menor desde los cinco años tras repetir un curso de Infantil, algo recomendado para su integración.

Cargar con una mochila llena de libros es un problema para cualquier niño pequeño, hacerlo sin que la mitad del cuerpo responda al equilibrio y fuerzas necesarias, es un peligro, especialmente al subir las escaleras. Y ésta ha sido la pesadilla de la pequeña y de su familia, en particular su madre, Teresa Sevilla, durante el pasado curso. Mientras en los dos primeros años de Primaria «la tutora se preocupó y responsabilizó de subir y bajar la mochila de la pequeña cada día, al cambiar de ciclo y de responsables tal ayuda se acabó», tal y como asegura la madre y consta en sus quejas a la Dirección Provincial de Educación y al Procurador del Común que ya ha admitido a trámite la reclamación.

Teresa insiste en que pidió al colegio que le permitieran a ella misma subir hasta la clase para dejar allí la mochila de su hija, «pero se me prohibió» y «la obligaron a hacerlo ella misma, aunque a veces se lo llevaba alguna compañera u otro profesor que la veía con dificultades», añade. «Pese a contar con conserje y con ascensor para personas con muletas o silla de ruedas, no lo utilizaban por descoordinación, dejadez o no sé exactamente la causa, y ella no podía usarlo sola por su situación y su edad». Así que, «sin supervisión ni ayudas ni pasamanos, se puso más tarde, arrastraba dos tramos de escalera para acceder a su aula… hasta que se cayó». El 4 de marzo del 2008 rodó por las escaleras, le supuso la rotura de la cabeza del húmero derecho, su parte buena. Durante un mes, la pequeña quedó inútil por completo, ni uno ni otro brazo le respondían para pasar las páginas de un libro, escribir o cargar con mochila alguna.

Teresa Sevilla reconoce, y así lo constata la documentación de la Dirección Provincial de Educación, que la Junta ha intervenido en el caso y ha adoptado varias medidas de apoyo a esta alumna, pero no entiende «la falta de sensibilidad del colegio»; aunque asegura que algunos profesores eran los primeros sorprendidos y la apoyaron especialmente, incluso otras madres. Pero la carencia de una solución dentro del propio ámbito escolar la llevó a la Inspección y al Procurador del Común. «No hubiera hecho falta con un poco de sensibilidad o de simple educación», reconoce. Explica Teresa que su hija se cayó por la escaleras cuando ella estaba convaleciente de una operación que la mantuvo días ingresada, que se le complicó y precisaba curas en su casa.

Discriminación

«Mis quejas han traído represalias y discriminación, y es sólo una niña con una minusvalía que quiere que alguien le suba una mochila». Incluso «intentaron negarle su participación en un baile por sus condiciones, pero la profesora de inglés defendió su derecho a hacerlo». Ahora Educación ha puesto un auxiliar técnico educativo para que ayude a la pequeña; pero «como atiende a otros dos colegios, tengo miedo de que no pueda estar en los horarios de entrada y salida, que es cuando la niña lo necesita» y «me duele tener que llegar a esto cuando lo fácil habría sido simplemente ocuparse de subir y bajar una mochila cada día, ella sólo puede con la pequeña que lleva a la espalda con un bocadillo y crucigramas para entretenerse en el recreo, porque no puede correr con los demás niños».

El pasado curso contó con otros apoyos facilitados por la Junta como un profesor de pedagogía terapéutica y un fisioterapeuta; además de ejercer el inspector como mediador entre familia y colegio para resolver los problemas que pudieran surgir. Teresa no reprocha falta de ayuda desde Educación, sino las trabas y desatención de las indicaciones de Inspección a la hora del día a día. Una situación que ha empañado la integración de esta pequeña, llenado de tensión sus horas y de temor sus días.

Valladolid, 4/10/2009. AUTORA: Ana Santiago. FOTO: Ramón Gómez. FUENTE: NorteCastilla.es