23/01/2016 DEP
Una vida plena y significativa desde la autonomía de la dependencia
Prócer de la defensa de la dignidad en la diversidad, la interdependencia, la integración e inclusión real y efectiva de las personas con discapacidad
Si de por sí la armonía entre la dimensión física, emocional, intelectual, social y trascendente entre los seres humanos es compleja, cuando nos adentramos en las personas en riesgo de exclusión, entre ellas los ahora llamados personas con diversidad funcional, sensorial o cognitiva, tal complejidad, a veces, se multiplica tanto para las bondades como para las miserias. En estos colectivos especialmente se adolece de cultura de la memoria histórica, de ahí la necesidad de purificar la memoria y reivindicar a figuras como la de Vicente Valero, tantos años sin su presencia física, o sin recibir parabienes o reconocimiento público que otros aparentemente en candelero hemos recibido en este teatro o comedia de Dante que es la vida.
Curiosamente Vicente, muchos años ya con una casi absoluta dependencia en lo físico, pero desde la libertad intelectual y la ética, es un ejemplo de vida llena de plenitud y significado orientada, a pesar de las circunstancias, en función de los demás. Su autonomía personal corporalmente limitada está en todas sus dimensiones dirigida para y por las personas en riesgo de exclusión, vive sus pequeñas o grandes “muertes” desde la hermenéutica del don y la reciprocidad. Los cuidados que recibe para aquellas actividades de la vida diaria los dona con su lucha en lo político, en lo sociocultural, en lo económico en pro de las personas con mayor necesidad de cuidados generalizados e interdependientes. Vicente proyecta con sus pensamientos, con sus innumerables escritos, sus reivindicaciones, sus propias limitaciones corporales y sus sufrimientos más íntimos hacia los otros, tratando de mitigar con ello así las dificultades de los demás.
Lo conocí siendo niños, tendría unos 7 u 8 años, él dos años más, por prescripción médica estuve unos meses en el Hospital San Juan de Dios de la Malvarrosa, unos años después el deporte adaptado nos unió para siempre en una lucha no sólo deportiva sino en los distintos ámbitos donde se pudieran dar situaciones de desigualdad y posible exclusión. El deporte adaptado nos permitió compartir infinidad de situaciones, también pude de primera mano conocer su proceso de salud, inicialmente los neurólogos tuvieron dificultad para tipificar su distrofia muscular progresiva, tantas veces él mismo y los que le rodeamos hemos pensado que tendría su esperanza de vida limitada a no más de una treintena de años, lo conocí caminando prácticamente de puntillas, con una manifiesta debilidad muscular generalizada, lo que le obligaba a un ejercicio de equilibrios para mantenerse de pie, como curiosidad con una mano se sujetaba la nuca para que la cabeza no se le cayera hacia atrás, ese era su gran signo y sello personal que lo diferenciaba en un mundo tan diverso. Hay infinidad de anécdotas, por ejemplo, aquellos juegos nacionales del deporte para minusválidos, nomenclatura de la época, celebrados en 1976, una especie de juegos paralímpicos nacionales de aquel período, que retomaban los orígenes de los juegos nacionales de Stoke Mandeville de 1948 ideados por el Coubertein de los minusválidos que era el Dr. Guttmann. Vicente se rebeló como un excelente jugador de tenis de mesa en silla de ruedas. Le llamo prócer o pro-hombre en el entorno de las personas con discapacidad, pues gracias, entre otros, a él hoy muchos disfrutan de herramientas indispensables para una vida lo más plena y significativa posible. En los tiempos que con gran dificultad todavía era capaz de caminar y mantenerse erguido sufrió una tremenda caída desde las escaleras del autobús público, siempre solicitaba al conductor que se tomase su tiempo para arrancar la marcha, ese día entendió que otra herramienta indispensable no sólo era material sino de sensibilización, ¿me pregunto cuando veo transgredir las plazas de aparcamiento de personas con movilidad reducida si en cuanto a sensibilización no queda mucho por hacer todavía? Cuando en aquellos años de la transición, con carácter pionero, Vicente se encadenó en la Facultad de Económicas para conseguir una rampa que le permitiera acceder con su silla de ruedas a poder estudiar demostraba de qué pasta estaba ya hecho y cuánto le acabaríamos agradeciendo muchos con el paso del tiempo, ¡Cuanta memoria hay que purificar! Hoy disfrutamos de ascensores en prácticamente todas las estaciones del metro de Valencia, aceras accesibles, plazas de aparcamiento específicas, autobuses de perfil bajo, rampas, etc., puedo asegurar, porque lo he vivido, que si hay alguien al que agradecer estos logros, si tuviese que seleccionar a uno de nuestros líderes, con presencia física o no en los distintos eventos o circunstancias, sin lugar a dudas diría en lo referente a nuestro entorno, a nuestra comunidad, nuestro líder y auténtico prócer en pro de la dignidad y los derechos de las personas con discapacidad sería, sin dudarlo, Vicente Valero. Capaz de escribir a todos y cada uno de los diputados de las Cortes Españolas o Valencianas, si consideraba tal o cual situación injusta donde se pudiesen conculcar derechos fundamentales o derechos subjetivos, así que no le faltaba actividad en los tiempos que corren, desde su “arresto” domiciliario, como solía bromear, apoyado en las “benditas” TIC’s, a través de las redes sociales, o de cualquier herramienta electrónica que le permitiese seguir en la lucha, Vicente no ha parado de reclamar o denunciar situaciones que considera injustas desde la ética de lo jurídico. Aún recuerdo cuando a finales de los años 70 del siglo pasado fuimos a solicitar un horario de entrenamiento de natación para el equipo de natación adaptada a la antigua Piscina Valencia, llamada Vedri, íbamos él y yo a reunirnos con el que era Presidente de la Federación Valenciana de Natación, recuerdo cómo nos tiraron con cajas destempladas de aquel despacho, hoy las estrategias para crear filtros de exclusión son de otra manera, se ha mejorado mucho, pero la lucha continua.
No quisiera pasar por alto a su madre y hermano corajes, aún recuerdo su casa natal del Cabanyal, aquella antigua casa de pescadores, con aquella estrecha y larga escalera, como su hermano y su madre le han ayudado a lo largo de la vida, como quiera que en los últimos tiempos Vicente descubría irregularidades a través de Internet, llamaba a su hermano y le decía “Pepe, ¿puedes hacerme tal o cual foto?, sobre aquella barrera arquitectónica o urbana” ya fuere en la vía pública o en alguna institución. Su abnegado hermano lo dejaba todo y allí que se iba a ser los brazos y piernas de Vicente. Este recuerdo de niños me viene a mis pensamientos muchas veces, esa abnegación y coraje de su madre y hermano, a la postre el hermano, además de biología, estudió enfermería, parece que no podía ser de otra manera.
Siempre he tenido claro que más allá de lo líderes coyunturales, ¡hay de todo en esta viña!, parece que unos son de los que sirven y otros de los que se sirven, parece que cualquier noticiero da fe de esto que digo en los tiempos que corren. Y como diría la canción: “hay hombres que luchan un día y son buenos, hay los que luchan un año y son mejores, pero hay los que luchan toda la vida esos son los imprescindibles”, para mi Vicente es uno de esos imprescindibles, es por ello que en el año 1998, quizás en el Campeonato de España de Natación Adaptada más original y novedoso que se había hecho en territorio español hasta la fecha, nos pareció a la federación de deportes adaptados de la comunidad valenciana, avalado por la junta directiva y la asamblea, que debíamos reconocerle a él, con la presencia de su hija, con la medalla al mérito de la federación, precisamente porque aquellos que estábamos en el candelero de un relativo liderazgo éramos muy conscientes de la impresionante lucha desde bambalinas de Vicente. Al menos, siempre lo tuve claro, siempre que tenía dudas o que tenía que tomar alguna decisión, mi paño de lágrimas en lo concerniente a este doliente mundo de la discapacidad era Vicente. Tantos foros como el comité español de representantes de personas con discapacidad, foro de vida independiente, instituciones relacionadas con la discapacidad, el tejido asociativo en su conjunto, etc., tendríamos que ser conscientes de lo que Vicente Valero nos ha aportado para el bien común de las personas del entorno de la discapacidad, a eso llamo purificación de la memoria, no sé muy bien por qué, en esa desarmonía de lo físico con lo emocional, intelectual, social y trascendente de nuestro ser, estar o tener discapacidad a veces es incapaz de preservar la memoria histórica, sin más, purificarla. Así que espero que desde ese nuevo hogar desde el que Vicente ahora no tendrá necesidad de enviar a hacer tal o cual foto y pedírsela a su hermano, pues ahora ha alcanzado la libertad física y puede sobrevolar sobre todos nosotros, espero que desde ese océano de luz desde el que nos observa sea capaz de protegernos y ayudarnos a limpiar nuestras pequeñas o grandes gotitas sucias, en definitiva, nuestras miserias. Vicente, sigues y seguirás ahí, somos conscientes de lo sacrificada que ha sido tu vida en la tierra, lo difícil que es haberse sabido ir quitándose la pelusilla del ombligo cuando hay un proceso de salud como el tuyo donde no es fácil dilucidar entre ese ser, estar o tener ese tipo de discapacidad, tú lucha sin fin, tu transferencia de conocimientos y saberes al servicio de los demás, solo me merecen, creo nos merecen a muchos!, unas infinitas gracias, te seguiremos teniendo muy presente siempre.
Eugenio Jiménez Galván
Presidente Federación Deportes Adaptados
(desde 1992 al 2010)