Continúa la falta de asistencia personal digna en #Andalucía

Un posible motivo por el que nuestro grupo esté tan poco considerado puede ser la escasa repercusión que acarrea incumplir leyes que nos afectan directa o indirectamente. Bueno, en primer lugar habría que llevar esos derechos del papel a la realidad, cosa que raramente sucede, y no pasa nada. Y eso es lo malo.

Consideremos que si existiera un ranking de colectivos minoritarios con más leyes, con más derechos, pero con menos hechos, el mío estaría a la cabeza de derechos y a la cola de hechos. Pero es que hablamos de derechos con una alegría impresionante cuando lo cierto es que no se llevan a cabo. Por otro lado, el cumplimiento de estos derechos sólo implica nivelar el terreno de juego en el que nos encontramos con el resto de la población.

Digamos que en España, en teoría, existe el derecho a la vida independiente con una asistencia personal adecuada pero en la práctica eso no es cierto. Añadamos que existen numerosas cortapisas, ignorancia, y mala voluntad para pasar a los hechos. Recordemos también que hace un tiempo declaré que me podía morir tranquilo si en Andalucía esa asistencia personal digna se llevaba a cada rincón. Ahora parece que me tengo que desdecir puesto que ese apoyo no parece que vaya a llegar a nuestra tierra próximamente y si llega supondrá sólo el punto de partida para desarrollar el resto de derechos y obligaciones (recuerden, unos tienen derechos y otros obligaciones) incluidos en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

Indiquemos que ni con 14 personas con asistente personal en Andalucía ni con 140 ni con 1.400 se puede estar satisfecho. Añadamos que no todo depende del número de personas con asistencia personal sino también de las condiciones laborales de esta figura que debería estar regulada desde hace ya 7 años. Si esta asistencia personal estuviera regulada cabría preguntarse quién se convierte en la persona cuidadora de quién.

A este coctel se debe sumar la inestabilidad política que provoca la partitocracia en la que vivimos. Mucho depende de quién sostiene la sartén por el mango en cada momento y el baile entre Rubalcabas, Díaces, Chacones, Marinas, Tapias, y quien surja a cada instante no ayuda a crear un ambiente necesario para la libertad. De este modo, la credibilidad de unos y otras no deja de menguar a mis ojos.

Un ejemplo hiriente que genera falta de confianza es el hecho de que a principios de Octubre se aprobó por unanimidad en el parlamento andaluz una proposición no de ley para que con carácter de urgencia y vital importancia se pusiera en marcha un proyecto de asistencia personal para desembocar en la normativa más adecuada para fomentar la vida independiente de las personas por medio de una asistencia personal digna y suficiente. Pues bien, tristemente hay que admitir que, a día de hoy, el limbo sigue existiendo en mi tierra. Traducido al cristiano: dicha proposición está ya caducada.

Digamos que el derecho a vivir no se reduce al momento del nacimiento, sino que va mucho más allá y algunos nos vemos obligados a pedir permiso tanto para lo uno como para lo otro. Estas divagaciones mías son compartidas por algunos que nos preguntamos si realmente vivimos en un estado de derecho, en un estado de izquierdo, en uno de arriba o en uno de abajo. Quizás flotamos en una república de monos (tengo entendido que son los que se alimentan de bananas).

Por último y ya que está de moda hablar de políticas sociales, uno que es bastante ignorante se pregunta cuáles son esas políticas y cuáles no. No viene mucho a cuento pero yo considero tan social una resolución a propósito de la sanidad, la asistencia personal, la educación o las pensiones como normas referentes a carreteras, limpieza de nuestras calles, transportes, energía y agricultura. No lo tengo nada claro, pero lo que salta a la vista es que estas facetas de nuestras vidas están bien delimitadas mientras que la propia vida apoyada por la asistencia personal no lo está, y no entiendo el motivo.

Finalmente tengo que añadir que ya no es tiempo de fotografías efímeras ni de palabras huecas ni de echarse novias que vuelan con el leve paso del tiempo, quod tempus fugit. Es el momento de pasar de una vez por todas a la acción.