La humillante falta de inspección por asuntos de accesibilidad

Con suma tristeza, tengo que revelar un no tan bien guardado secreto. Por ese motivo, además, los negocios y todo tipo de servicios públicos o de pública concurrencia se pasan muchas leyes de accesibilidad por salva sea la parte. Supongo que en su lógica y en la de la mayoría de ciudadanos no entra en la cabeza pensar que para muchos individuos que vamos en silla de ruedas (y no por placer sino por necesidad) un bache o un escalón de diez o quince centímetros o siete para tal caso no supone gran cosa, y los discapacitados podemos apañárnoslas de cualquier forma para minimizar los obstáculos que se nos presentan. Por supuesto estoy limitándome a aspectos relacionados con las barreras físicas, no me refiero aquí a las sensoriales que tienen que ver con la vista y el oído, ni con las barreras que obstaculizan la vida diaria de las personas discapacitadas intelectualmente.

El secreto consiste en que tengo una novia que vale más que la fuente de Roma. Ahora en serio, por más que he mirado no soy capaz de encontrar en leyes específicas de nuestro sector la creación de servicios de inspección a los bienes comunes para asegurarse de que no impiden nuestro derecho humano a la accesibilidad. Por ello me pregunto el motivo por el que se pierde tiempo y energía en crear normas de accesibilidad (según la fundación ONCE alrededor de 140) para no cumplirlas o hacerlo de modo muy deficiente. Por poner un ejemplo les diré que hay varias bibliotecas municipales a las que no puede entrar un individuo en silla de ruedas porque, supongo yo, priman más otras prioridades (estética, bien particular, desidia, invisibilidad) que el hecho de que las personas discapacitadas podamos participar plenamente en la sociedad en las que nos ha tocado vivir (bastante hostil, por cierto).

Luego entonces, por dar ideas que no quede, los empresarios y órganos públicos y privados pueden ponerse de perfil y no tener en cuenta la normativa referente a accesibilidad. En este aspecto, con la discriminación que eso conlleva, en mi opinión de leguleyo, esos elementos no deben preocuparse demasiado a menos que las personas discapacitadas (o sea, oprimidas por los componentes de esta sociedad por tener alguna limitación más o menos permanente en nuestro funcionamiento físico, sensorial, intelectual o mental) salgan de un letargo del que nadie quiere que salgamos.

De este modo, nuestras administraciones firman lo que les pongan por delante (siempre que no sea descaradamente discriminador, aunque a veces también lo han hecho) y muchas de las  organizaciones representativas del sector hacen como que hacen para que no cambie nada o cambie muy poca cosa. Sin ir muy lejos, me he quedado perplejo al ver que el próximo congreso sobre asistencia personal llevado a cabo en Madrid por la federación PREDIF va a ser inaugurada por ocho personas en 45 minutos, una media de 5 minutos y medio por persona. A este congreso acudirá teóricamente la ministra de sanidad y sus complementos, la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, el alcalde de la ciudad de Madrid, el presidente del CERMI, el presidente de la ONCE, el mandamás griego del foro europeo de la discapacidad y varias personas más hasta llegar a ocho. Les ruego que me disculpen, pero cuando vi el programa de este tercer congreso organizado por la plana mayor del sector y organismos concomitantes me tronché de risa porque sé que estas personalidades tan súper importantes no van a respetar su tiempo ni en broma, y menos aún en plena campaña electoral. Lo que me hace recordar, en esta larga digresión, que un año más los discapacitados españoles no tendremos asistencia personal como debiéramos según un papelote que firmamos sobre la vida independiente.

Escalones
Escalones

Pero por terminar hoy de darles la vara con el asunto de la accesibilidad, les diré que, por ejemplo un 5% de taxis debería ser accesible a las personas discapacitadas tras tener un plazo de 10 años. La flota de autobuses urbanos de cualquier ciudad debería ser totalmente accesible. La flota de autobuses interurbanos también, los trenes de cercanías, media distancia, larga distancia e internacionales lo mismo. También los restaurantes, cines, escuelas, universidades, parques y calles deberían ser plenamente accesibles desde hace más de 2 años tras contar con unos plazos desmesurados y excesivamente generosos.

No obstante lo dicho, los políticos que nos desgobiernan y los empresarios que no cumplen con su deber cívico, pueden dormir tranquilos. No existe un servicio de inspección sobre la accesibilidad de estos bienes con lo que este aspecto se lo pueden saltar a la torera sin demasiado miedo a ser corneados.  Señores, o nos ponemos las pilas y exigimos lo exigible o seguiremos siendo los parias hazmerreir del resto de la sociedad.

Por supuesto, no espero que nadie tenga en cuenta mis palabras porque estamos más centrados en discusiones estériles. No soy tan ingenuo ni pretencioso como para creer que con un folio y medio se va a arreglar el mundo (o nuestro país) en lo referente a accesibilidad.