El Rector de la universidad, José Ramón Busto, SJ, aseguró en la inauguración del curso que la Declaración Universal de los Derechos humanos nos invita a involucrar en la tarea universitaria nuestro compromiso por la libertad y la justicia. Con esa premisa y el convencimiento de que a la universidad le corresponde soñar un futuro mejor, los servicios de Pastoral y para el Compromiso Solidario y la Cooperación al Desarrollo y las unidades de Actividades Culturales, Seminarios y Jornadas y de Trabajo Social organizaron un ciclo de debates con motivo del sexagésimo aniversario de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El primero de los debates, con la igualdad como motivación, se centró en las reivindicaciones pendientes de las personas con diversidad funcional. Siguiendo el formato de entrevista con el que se plantearon inicialmente todos los encuentros, el periodista Guillermo Fesser, componente del dúo Gomaespuma, entrevistó a Javier Romañach, miembro del Foro de Vida Independiente. Romañach denunció que los discapacitados, o personas con diversidad funcional como asegura deben denominarse, han sido el último colectivo en integrarse en el sistema de derechos humanos. Nadie vincula nuestra realidad con una cuestión de derechos, dijo. Aunque España ha firmado la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, promovida por las Naciones Unidas, y el diez por ciento de la población española tiene diversidad funcional, aún no se está aplicando la normativa que se desprende de dicha convención. Tenemos la esperanza de que algún día la Administración Pública cumpla la ley, afirmó Romañach.
La tarde de debate dedicada a la libertad tuvo al periodista de EL PAÍS Guillermo Altares como entrevistador, y la pregunta principal fue: ¿Estamos renunciando a ella tras el 11-S? Para responder a esta cuestión estaban listos los alumnos Rafael Carlos del Rosal, José García-Barroso, Diego Hernández, Álvaro de Simón y Beatriz Gimeno, que ya habían participado en debates previos sobre el tema. ¿En qué medida podemos sacrificar nuestra libertad por una mayor seguridad?, planteó uno de los estudiantes al inicio de una discusión en la que términos como seguridad, miedo, inmigración, fanatismo y religiones se repitieron constantemente. Partiendo de la certeza de que el 11-S sacudió los cimientos de la civilización y provocó una polarización del mundo, los participantes hicieron un repaso de la política internacional, haciendo hincapié en Iraq y Afganistán.
La fraternidad, centrada en el elemento religioso como excusa para el conflicto y como su solución, fue objeto del último de los debates celebrados. El periodista Luis Fermín Moreno entrevistó a Yaratullah Monturiol, islamóloga y estudiosa del Corán, y a José Antonio Zamora, profesor de Ética, Filosofía y Filosofía de la Religión. Ante la pregunta de si la religión se usa como excusa para provocar conflictos, los ponentes abrieron un debate sobre las fronteras entre cultura, identidad y religión, y sobre cómo éstas se cruzan y se confunden, a veces interesadamente. Monturiol destacó la importancia de la educación y el respeto. «Con el miedo al otro, el desconocimiento y la desconfianza no llegaremos a ningún sitio», dijo. Insistió en el valor de la comunicación: El diálogo interreligioso es muy importante, absolutamente imprescindible, si se lleva más allá. Cuestionado sobre el papel de las religiones en un estado laico, Zamora aseguró que la pretensión de reducir lo religioso al ámbito de lo privado es irrealizable; pero, en su opinión, la confusión de la religión en el espacio público con las funciones de legitimación del orden político es algo que la sociedad ya ha superado. La presencia pública de lo religioso tiene que darse en un ámbito de libertad, afirmó.
12/12/2008. Fuente: Universidad Pontificia Comillas