Carta de Mayo a los miembros del Parlamento de Andalucía

En primer lugar les doy la bienvenida a la casa de todos los andaluces, o eso dicen del Parlamento Andaluz.

Ahora vienen las tonterías típicas que decimos los ciudadanos de a rueda. Desde luego no es ningún secreto de estado que se están burlando de la comunidad autónoma más poblada de España. Un día pactan con no sé quién, al día siguiente pactan con no sé cuántos y el día de la votación de investidura no pactan con nadie porque son los más machotes del pueblo. Y así nos va desde Febrero. Entre todos van a conseguir que los andaluces “volvamos a ser lo que fuimos”, es decir, una tierra de pobreza, desigualdad, señoritos y analfabetos.

Con esto no les estoy diciendo, ni mucho menos, que pacten con la candidata a presidir nuestra comunidad a cualquier precio. Se trata de que cada partido político ceda algo y se encuentren los puntos de acuerdo para que sus votantes y sus no votantes se vean beneficiados.

Me llama poderosamente la atención que, una vez más, para no variar, y para no ser menos que nadie (gobierno central, gobierno europeo, autoridades locales, diputaciones provinciales), todos sin excepción estén dejando a la cola de sus prioridades asuntos que conciernen a gran parte de, o toda, nuestra población: me refiero a las personas discriminadas por su edad (mayores y menores) y sobre todo a las personas discriminadas por nuestro funcionamiento.

Al igual que hay una deuda importante de dinero que tenemos que devolver, los tratados internacionales y las leyes que nosotros mismos nos hemos dado hay que cumplirlos. A mí me interesa especialmente que se cumpla en su totalidad la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, firmada y ratificada por España en Mayo de 2008. He dicho a mí, pero debería haber dejado claro que también a ustedes les tiene que interesar sobremanera. Así, se trata de una ley equiparable sólo a la Constitución Española. Algunos dirán que también la han firmado países de dudosa catadura, pero resulta que entre los más de 100 países que nos hemos comprometido a cumplirla se encuentra España, y desde 2010 los países de la Unión Europea al completo. Que ciertos espacios sean indecentes no me atañe tanto como que Andalucía tenga esa lacra.

Nuestro territorio tiene la obligación, la capacidad y hasta la necesidad de ser puntero en la defensa de los derechos humanos que nos amparan. Todos y todas, por el mero hecho de haber nacido, tienen y tenemos una dignidad que debe ser reconocida con hechos palpables. De este modo, falsea la realidad quien afirme que este es un asunto secundario relegado al fondo de su cajón hasta la venida del espíritu santo. Lo cierto es que necesitamos planes de ayuda ya. Necesitamos planes de acción positiva ya. Necesitamos una vida independiente ya. Para todo ello, necesitamos un liderazgo en Andalucía que no encontramos.

Quizá no hayan entendido que este asunto afecta al cien por cien de la población, y no sólo a los que deambulamos en silla de ruedas, a mutilados y ciegos, a los que tienen lesión medular, a los que tienen síndrome de Down, etc. Y mientras todos los poderes no comprendan la necesidad de dignidad del cien por cien de los ciudadanos a los que representan, todo intento de avance por su parte será insuficiente y, probablemente, vaya desencaminado.
Tres cosas sólo serían muy importantes para empezar a nivelar la balanza que nos desiguala con el resto de la población. Se trata de crear una asistencia personal digna y suficiente para quien la requiera; de eliminar las barreras urbanísticas, arquitectónicas, mentales, en el transporte, en la comunicación, en la cultura, etc.; y de hacer plenamente inclusivo nuestro sistema educativo.

Esos deberes deben cumplirse de inmediato porque no podemos prescindir de nadie. Pero tampoco se trata ahora de marearles en exceso, así que con estos planteamientos les dejo por hoy. Muchas gracias por sus diligentes acciones en la dirección adecuada.

Un saludo y a la espera de resultados tangibles.

Guardar