Ando yo enfrascado intentando cuadrar las cuentas y haciendo mis previsiones porque noto que me sacan el dinero del bolsillo sin que me dé cuenta.
Aparte de la pasta que me dejo en la botica para productos sanitarios excluidos de financiación, cada día más, está la cuestión de los suministros.
Uno de los recibos que con mayor detalle miro es el de la luz eléctrica, porque en casa somos depredadores: consumimos en el respirador, el aspirador de mocos, la silla electrónica, la telealarma, las ayudas domóticas,…. Y todo eso sale de unos ingresos en forma de pensión cuya escasez se justificaba con el argumento de que los pensionistas teníamos el complemento de la exención de aportación farmacéutica. Ya he notado que la gratuidad en la prestación farmacéutica ha desaparecido, lo que no he notado es que la pensión haya aumentado para compensar.
Pero volviendo al recibo de la luz. De un tiempo a esta parte he venido oyendo noticias relacionadas con la subida de la luz, pero por temor o pereza no he querido mirar el recibo con detenimiento. Hoy lo he hecho y me he quedado asombrado. No por el hecho de que en dos años el precio de la potencia contratada haya aumentado un 6%, o el de la potencia consumida un 21%. Ni siquiera porque el IVA haya aumentado un 12% y en septiembre llegue al 31.
Lo que me ha sorprendido es apercibirme de que pagando un impuesto sobre la electricidad del 5% sobre la suma de la potencia y el consumo, resulta que ese importe es grabado con el IVA. Me he quedado acojonado pensando que el año que viene el recibo del IBI, contribución, pueda venir grabado con el IVA.
Viendo esto me ha entrado una mala leche, ganas me han dado de levantarme y desconectar el respirador. Si no es porque no puedo mover las manos… Aunque haya quien crea que pueda levantarlas en un atraco.
Autor: Vicente Valero Sanchís.
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