El día 8 de noviembre tiene lugar en el centro de referencia estatal de San Andrés del Rabanedo, León, la jornada por el empleo y la discapacidad organizada por COCEMFE León. El punto culminante de esa jornada será la entrega al presidente de CERMI del premio por la dignidad.
A algunos álguienes nos ha tocado últimamente bailar con la más fea, asumir la postura incómoda y ser la desorganización que, aparentemente, se opone por sistema a todo lo que realiza CERMI, organismo representativo del movimiento tradicional asociativo de la discapacidad. A esta agrupación unipersonal no le importa en demasía asumir una postura eminentemente poco popular.
Lo que le ocurre a este personajillo es que no puede permanecer callado ante una serie de injusticias sociales perpetradas por quienes se autodenominan defensores de los intereses de quienes funcionamos de un modo diferente al dominante. El hecho de que lo más relevante de la V jornada sobre el empleo y la discapacidad sea la entrega de un premio a una persona, me parece un chiste malo. La realidad es que a CERMI y a su presidente le falta pecho para colgarse tanta medalla por sus acciones.
Con todo, no deja de llamar la atención la trayectoria de algunos miembros del movimiento asociativo de la discapacidad. Resulta este un movimiento altamente endogámico. Si tomamos como ejemplo al predecesor del actual presidente de CERMI, Luis Cayo Pérez Bueno (patrono de la fundación ONCE, Presidente de Bequal) Mario García, su trayectoria transitó de presidir CERMI a presidir COCEMFE. Por fortuna, ahora el señor García se ha jubilado. El actual presidente de COCEMFE y vicepresidente de CERMI es el gallego Anxo Queiruga. Tampoco se ha jubilado el señor Tremiño, que pasó de Director de desarrollo de negocio del Grupo Ilunion (empresa del grupo ONCE) a director general de políticas de Apoyo a la Discapacidad del Ministerio del ramo, a diputado en las Cortes Generales por el Partido Popular, cargo que compagina con el de patrono de la fundación del lesionado medular. Quizás esto parezca anecdótico, tanto como el hecho de que sea Doña Maricruz Natal Sarmiento una de las residentes en este centro que sirve, en principio, para el desarrollo de nuevas tecnologías para ser usadas por las personas con necesidades de apoyo generalizado.
Con la señora Natal Sarmiento sucede que lleva más de 9 años interna en ese lugar, cuando se supone que no se trata de una residencia de larga duración y el tiempo máximo (siempre en el ámbito teórico) que se puede permanecer en él sea 18 meses. Desde su fundación, el centro ha acogido a más de mil usuarios para beneficio de todos, permaneciendo allí una media de 1 año.
En lugar de denunciar este y otros hechos semejantes existentes en nuestro país, CERMI y sus compañeros de viaje han optado por callar estos eventos, afear la conducta de quienes los aireamos, y de hecho someterse a los dictados del gobierno de turno. Por cierto, en el caso de este centro hay que añadir que se inauguró en 2007 tras el interés del presidente Rodríguez Zapatero y que le supuso a todos los paganos españoles un desembolso de más de 15 millones de euros, lo que, siendo un dispendio resultaba legal y coherente con un modo de pensar ya anticuado pero insertado en nuestras neuronas a golpe de martillo. Es a partir de 2013 cuando se comienza a cerrar el grifo de dinero procedente de la Unión Europea para la construcción y mantenimiento de residencias de larga estancia.
Resulta más efectivo para los intereses de muchos realizar una política de escaparate y de cara a la galería. Entidades con un importante bagaje residencial ahora se presentan como los nuevos expertos campeones de la asistencia personal con el importante respaldo gubernamental y popular. De poco sirve que algunos alcemos la voz para declarar que estos órganos viven anclados en un obsoleto modelo que prima el internamiento de personas con diversidad funcional en residencias. Al tiempo que las organizaciones que dependen del lucrativo negocio institucional imperan, también impiden y obstaculizan el paso a un modelo de derechos humanos en el que nuestra dignidad prime sobre lo demás.
La actitud y el comportamiento de estas entidades no sorprende, pero sí puede producir nauseas. Personalmente, a mí me las produce.