El mismo día que se celebraban los avances logrados por las personas con síndrome de Down coincidía con el día internacional de la felicidad, también era el día mundial de los bosques, además se trataba del día español del trabajo social y por si fuera poco, según una red social había que desearle a todos un feliz martes porque nos encontrábamos en ese día de la semana.
Al final pasa lo que pasa: que se desvirtúa el día del desembarco de Normandía por un exceso de días D. Dicho de otra manera, de tanto querer visibilizar un concepto o un colectivo se termina por convertirlo en más invisible que nunca. Todavía lo puedo decir de otro modo: tanta felicidad, que se convierte en bosque, no nos permite admirar cada árbol. Lo cierto y verdadero es que ya no existe un día determinado para celebrar o conmemorar una única festividad, en un mismo día se agolpan un montón de eventos que hay que insertar en esa jornada con o sin calzador, y el resto del año vamos con calcetines sin zurcir y zapatos con las suelas agujereadas.
https://youtu.be/n9jzGmFBzx8
En cuanto a portaaviones, yo me quedo con el día de las personas con síndrome de Down, que se celebra el 21 de marzo (por alguna cuestión referente a los cromosomas de estas personas). A decir verdad, yo no saco velas ni preparo una tarta ese día, sin embargo me acuerdo bastante del hijo de una amiga y de los jóvenes que van a la misma piscina a la que yo voy; el contacto con ellos no me convierte en experto en la materia, por tanto lo único que se me ocurre decirle a mi amiga cuando me pregunta qué es lo mejor para su niño, es mencionar la consabida estimulación precoz y poco más. Que me corrija alguien si me equivoco, pero creo que a todo niño hay que estimularle lo antes posible.
Una de las muchas cosas que me revientan es que a estas personas se les trate como a niños eternos, hay que evitar eso a toda costa. Quizá esa fue una causa importante de uno de tantos actos que yo cometo por egoísmo puro. Durante un tiempo, mi piscina (es un decir, realmente no es que sea mía) no tenía ducha accesible en el vestuario regular, por ese motivo habían habilitado unos aseos especiales para que nos (yo también funciono de modo peculiar) arregláramos a nuestro ritmo, con la ayuda que precisáramos y separados del resto de la clientela. Así nadie se contagiaba de nosotros. No es momento ahora de hablar de la soledad y el aislamiento que eso provoca en las personas, ¡uy! Ya lo he dicho. El caso es que tras unas cuantas reclamaciones y conversaciones con la persona responsable de la instalación de pública concurrencia, se estimó que no era pertinente seguir con la segregación, colocaron unas duchas adecuadas en los vestuarios contagiosos y todos (normales y paranormales) comimos perdices, tras quitarnos el jabón, eso sí.
Pero ya está bien de tanto lavarse, que eso desgasta. Quería simplemente mencionar que, en muchas ocasiones, se considera héroes por naderías a estas personas (las paranormales, no las normales) convirtiéndolas en eternos inútiles, mientras que al mismo tiempo se les incapacita para ejercer su derecho al voto (las mujeres europeas empezaron a ejercer este derecho hace menos de un siglo en Inglaterra), se les esteriliza sin su conocimiento o su consentimiento, o tienen que recibir el permiso por escrito de uno o dos médicos para formar una familia (para casarse, vamos). Decir que todo esto me parece atroz es un poco repetitivo, por lo que no lo digo, al contrario: me parece estupendo que haya leyes en España que consientan estos hechos, me parece algo maravilloso que se excluya y margine a determinados individuos por el mero hecho de funcionar de determinado modo. En ocasiones también veo burros volando.
El mismo #felizmartes, a poco de despertarme puse la radio como es habitual en mí mientras desayuno y cerca estuve de atragantarme cuando bebía mi vaso de leche al escuchar la voz del locutor que, con acento paternalista, de repente se había convertido en experto en la materia del síndrome de Down y hablaba de que “simplemente” se trataba de un gen defectuoso que debía ser reparado. Cosas raras de la genética. No sé, ni me importa en exceso, la opinión del común de los mortales, pero esas palabras me parecieron totalmente monstruosas y desafortunadas. Lo que yo pienso, que a ustedes también les debe importar un comino, es que quedan muchas duchas por adecuar, y el que se diga lo contrario en una radio de gran audiencia no ayuda a arreglar desagües. Traduzco: la particularidad del gen es irrelevante comparada con fatídicas, aceptadas y extendidas nociones.
Sin embargo, esa jornada y las siguientes me confirmaron los peores presagios. Con mis calcetines bien zurcidos y sin agujeros en mis zapatos, probablemente porque yo no camino tuve la oportunidad de leer dos titulares en la prensa que indicaban que la discriminación hacia el colectivo de personas con síndrome de Down sólo se mitiga un poco el día 21 de marzo y que, en general, a este grupo se le mortifica sin piedad el resto del año. Desde esa reciente fecha he visto en diferentes medios de prensa escrita lo siguiente:
Un pub de Lleida impide la entrada a 14 jóvenes con síndrome de Down
Un hotel de Castellón niega el alojamiento a un grupo con síndrome de Down
Lo peor de algunos de estos sucesos está en nuestra transigencia y tolerancia, que debiendo ser 0, en ocasiones ronda 10 o 12. En ocasiones no se debe consentir ni lo más mínimo.