- La exposición del pintor Escher en Madrid, por la elección del espacio, se ha vuelto un «objeto imposible» para las personas con movilidad reducida.
- La obra del mismo pintor invita a reflexionar sobre la transformación del espacio, a imaginar la accesibilidad donde, a primera vista, no es posible.
Me preparaba para ir a la exposición retrospectiva del artista y matemático holandés M. C. Escher en Madrid, cuando sin quererlo me convertí en personaje de sus cuadros, medio preso, y más libre que de costumbre. Desde hace años disfruto al contemplar su repertorio de objetos imposibles, evoluciones de palomas en campos de cultivo y bucles, como esa mano que se dibuja a sí misma.
Al informarme de los horarios y entradas, topé con un impedimento que me es familiar: «personas con discapacidad y su acompañante: El Palacio de Gaviria no dispone de ascensor, sólo escaleras. Por ello, el acceso a personas con movilidad reducida no será posible.» La organización de la muestra respondía por Twitter: «@EscherMadrid Al tratarse de un edificio protegido hace imposible instalación de ascensor o rampas, tal y como se advierte en nuestra web y Ticketea.»
«Sólo escaleras». En un ejercicio de injusticia poética, no cabía elegir un espacio para la exposición -es verdad que privada- más acorde a la prisión de gradas que es motivo frecuente de los cuadros del pintor. Así se ha construido un objeto imposible para las personas con movilidad reducida.
Me quedé a las puertas, como el hombre encarcelado bajo el peso de una escalera, junto a otro sentado en un poyete que sostiene absorto en la mano un cubo imposible, indiferente a la presencia del preso. Quizá es su custodio. Es la imagen elegida por la organización como cartel, con el lema del pintor «El asombro es la sal de la tierra».
Las personas diferentes al estándar de movilidad, vista, comprensión o cultura, nos encontramos con frecuencia ante barreras que convierten en imposibles actividades y participación en diferentes espacios, productos y servicios. Espacios diseñados conforme a pautas de una normalidad, habitualmente basada en un varón joven, pleno de funcionamientos, que nos excluyen. Los entornos y productos bien diseñados capacitan; en otro caso discapacitan: dificultan o impiden el uso autónomo y seguro.
Los «escalones», en sentido metafórico, van más allá del medio físico: el transporte, las páginas web y aplicaciones móviles que incumplen estándares… además de las barreras en forma de prejuicio que persisten en la mentalidad de parte de la sociedad y de las organizaciones: quizá éstos son los peldaños más escarpados a la aceptación de la diversidad que forma parte del hecho humano. Afortunadamente la situación está cambiando y los diseños se abren paso al valor de lo inclusivo, a la diversidad.
El 31 diciembre de 2017 se cumple el mandato legal para que los diferentes entornos sean accesibles a todas las personas. Pueden darse excepciones, como el patrimonio histórico-cultural. Ahora bien, hay en este campo ejemplos inspiradores: en las murallas de Avila se han instalado accesos que permiten su disfrute por todas las personas.
La Accesibilidad Universal de los entornos, bienes y servicios es una obligación legal y un valor tanto de calidad como de cohesión social. Es sinónimo de buen diseño. Requiere compromiso y competencia técnica. Y desde luego, imaginación. La pintura de Escher sitúa los barrotes de la prisión, contiene una pregunta al espacio y a los objetos, así como una invitación a imaginar dimensiones inusuales, desafiando los límites de la normalidad establecida, del sentido común. La sal, para quien guste, que invita a explorar la accesibilidad donde pudiera parecer, a primera vista, imposible.
Autor: Luis Bascones. Sociólogo, usuario de silla de ruedas. Participante de la Oficina de Vida Independiente de la Comunidad de Madrid – ASPAYM-Madrid @LBascones