Es indudable que en España nos falta sutileza para hacer las cosas en condiciones. Más bien las realizamos a lo bruto, al contrario de lo que ocurre en otros países. Y en Andalucía la brutalidad habrá que multiplicarla por dos, porque en decir las cosas claro, estamos a la cabeza de Europa. Hay miles de casos de los que se podía hablar, pero en este escritillo sin pretensiones me limitaré a mencionar tres de ellos.
Lo interesante del asunto es que son temas eminentemente de cariz político si bien no partidista, quizás por ello “la nueva forma de hacer política” se la apropian los nuevos partidos del espectro político pero deja de ser nueva para continuar siendo la misma y rancia forma de hacer las cosas. Así, se puede afirmar sin temor a equivocarse que no existe tal “nueva forma de hacer política” sino que persiste la de siempre, la excluyente, la discriminadora, la del “aquí mando yo y tú haces lo que yo diga porque tengo los genitales más grandes que tú”.
Pero vamos ya con el primer caso en cuestión. Se trata de cómo la productora de conciertos dirigida por el cantante Alejandro Sanz (Gazul) no gestionó correctamente un espectáculo del artista con la connivencia del municipio correspondiente y, en lugar de bajarse del burro al que se había subido, persistió en sus actuaciones incorrectas porque detentaba el poder en ese momento. Un empleado de dicha empresa cogió como fardos o bultos a las personas en silla de ruedas, les impidió disfrutar del espectáculo en su localidad con sus amistades, y las envió al paraíso. Es decir, les robaron la cartera impunemente a varias personas.
La vieja historia de que el que tiene el bastón de mando manda se repite. Lo malo es que la gente ya no suele aguantar carros y carretas. A poco que alguién sepa un poco lo que puede y no puede reclamar, lo dice, patalea o lo denuncia de la mejor manera que sabe. En esta nueva forma de hacer política el abuso persiste, la única diferencia es que ahora igual que golpeas te tienes que atener a recibir golpes, el poderoso debe tener correa para saber que sus actos traen consecuencias.
Luego está Pepe, que está a régimen de aire con más aire desde hace unos días y todo apunta a que el final de sus demandas acabará bajo tierra, en la tumba, igual que él. Este hombre de Carmona, parece que está en la inopia. Pide algo tan escandaloso como los apoyos necesarios para que su hijo pueda acudir a su escuela con decente normalidad. Naturalmente, esos apoyos se le niegan y la cosa pinta bastante negra para él y su hijo. Pese a que unas 40.000 personas hemos firmado un papelote en su apoyo, la autoridad pertinente se lo está pensando o directamente no lo necesita porque no piensa o la decisión ya se tomó hace tiempo. Nadie presume de una supuesta superioridad moral ni de tener más decencia que las administraciones, pero cualquier persona medio normal no se libra de llevarse las manos a la cabeza ante la tozudez de una administración que mata.
Y finalmente nos encontramos en este breve viaje de punta a cabo con la niña con autismo que ha sido objeto de maltrato institucional, injusticia social, vejaciones por doquier y un empecinamiento indescriptible e insoportable por parte de la comunidad supuestamente o presuntamente educativa, que va a terminar con Odiseo dejando ciego con su lanza a un Polifemo por ahora implacable. Es como si todos se hubieran vuelto majaretas para poder romper el juguete, y entre todos se lo están cargando.
Dicen que España es diferente, pues dentro de ella Andalucía lo es aún más, pero aquí parece que nos va la marcha. Lo chulo es que nadie se hace responsable de nada pero los que callan son tan responsables como los mancos. Por el momento la oposición no se opone a nada de esto sino que es cómplice de la necedad institucional. Los nombres en los naipes han cambiado pero la baraja sigue siendo la misma, y la banca nunca pierde.