En los últimos días he visto varias noticias referentes a la discriminación de la que somos objeto por funcionar de modo anormal que me hacen pensar que existe una escalada a nivel global en contra de quienes, necesitando apoyos generalizados externos, hemos decidido llevar una vida digna, lo más independiente posible y basada en la asistencia personal y otros apoyos establecidos por la legislación vigente o que necesitan elaborarse con mayor precisión.
La sumisión a modo de corderos a los actos de personas consideradas normales sólo ha llevado a nuestra opresión y minusvaloración. Mientras tanto, la exigencia o demanda del cumplimiento legítimo de leyes que garantizan nuestra dignidad conducen a la hostilidad y violencia más o menos sutil o explícita. De una manera u otra, se puede afirmar que el abuso está prácticamente garantizado.
Con el objeto de ilustrar semejante situación, recientemente he recogido de la prensa española y extranjera varios sucesos que reflejan un odio inexplicable e irracional hacia nuestro colectivo. Alguno de estos casos no pasan de meras acciones puntuales pero reflejan una tendencia general. Otros son directas amenazas por parte de las autoridades que dicen representarnos, lo cual me parece mucho más peligroso que lo anterior.
Para empezar, discurriré un poco por el asunto de la concejala del partido popular con síndrome de Down Ángela Bachiller, que ejerce su cargo en el Ayuntamiento de Valladolid. Resulta que algún delincuente ha suplantado su identidad, ha abierto una cuenta a su nombre en una red social, lanzando desde ese trampolín mensajes en contra de sí misma y de su colectivo.
A continuación se hace casi obligatorio mencionar el presunto asesinato de un hombre con esquizofrenia a manos de la policía, a la que pagamos todos para que nos proteja. Sucedió en Cartagena. El presunto muerto se llamaba Diego, aunque los policías le denominaban “el zumbao”. Según cuenta la prensa local y nacional, Diego tuvo una sensación de amenaza una madrugada, por lo que telefoneó en varias ocasiones a los cuerpos de seguridad de su localidad. A consecuencia de su insistencia, presuntamente acudieron varios agentes de la autoridad que, presuntamente, lo liquidaron. Su cuerpo apareció varios días más tarde flotando en el agua.
Saliendo de nuestras fronteras hay que reseñar el asunto acaecido en la localidad estadounidense de Atalissa en el estado de Iowa. La historia es bastante truculenta y larga, pero por resumirla señalaré que en este pequeño pueblo, durante más de 30 años han vivido encerradas entre dos y tres decenas de personas con diferentes funcionamiento intelectual al habitual trabajando desde las 3 de la mañana hasta altas horas de la noche degollando y destripando pavos y pollos como mano de obra barata para una empresa de alimentación que, al tiempo que les pagaba el alojamiento, las comidas incluidas las cucarachas y alguna salida extraordinaria a algún parque de atracciones cercano, también les premiaba con 65 dólares mensuales, es decir aproximadamente 50 euros al mes, todo ello acompañado por vejaciones, empujones, alguna que otra bofetada e insultos. Nada de esto ya es “presunto”, puesto que los hechos han sido ya juzgados, demostrados y condenados. Lo único que falta ahora es que la empresa indemnice a estas personas con la multa a la que ha sido penada.
Sin embargo, lo más preocupante y lo que más afecta al mundo de los partidos políticos presuntamente respetables son las declaraciones del político inglés Lord Freud, quien viene a decir que las personas con diferente funcionamiento no merecemos cobrar el salario mínimo interprofesional. Tras echársele encima los medios de comunicación, activistas de derechos humanos y miembros hasta de su propio partido político (incluyendo al presidente de su país David Cameron), este sujeto se ha retractado de sus palabras, ha pedido disculpas, y aquí paz y después gloria. Lamentables declaraciones que no han ido acompañadas de ninguna dimisión porque, parece ser, la libertad y el libertinaje de expresión están por encima de todo.
Quien lea estos renglones podrá decir de mí que soy un victimista. Yo puntualizaría que existen unas victimas por sus características físicas e intelectuales. Añado por último que la veda ya lleva abierta muchos años pero los hechos se recrudecen conforme pasan los días.