Huevos de pascua

La lotería de algunas tradiciones

En diferentes momentos históricos y lugares distantes entre sí, han existido y existen diferentes usos, costumbres y tradiciones. Alguna de ellas viene a beneficiar a los más de nosotros, otras ni fu ni fa, otras son realmente maliciosas y en un momento dado la civilización ha perpetuado o ha corregido los errores cometidos para mejorar nuestro modo de vida. Digo todo esto porque parece que en este momento, las personas oprimidas por nuestro funcionamiento somos el hazmerreír de los que tienen que ejecutar la legislación (porque legislación hay, buena y mala, pero muchas veces no se lleva a cabo).
Simplemente recojo aquí para que vean lo absurdo de algunas de ellas, palabras y costumbres que por arte de magia se han convertido instantáneamente o con el paso del tiempo en parte del acervo cultural que insufla nuestras vidas. Ahí van unas pocas (les advierto que no he intentado ser exhaustivo): Empleamos con total ligereza la palabra “footing” para designar lo que se designa con ella, y la palabra “puenting” para lo propio. Confieso que tras preguntarle sobre el asunto a alguna persona angloparlante, su rostro se asemejó en ese momento al de un calamar en su tinta importado de Hong-Kong. En Japón era y no sé si sigue siendo costumbre presionar los pies femeninos para que se ajustaran al canon de belleza imperante: es decir, que para ser bonita, la mujer tenía que poseer pies pequeños, si no se quedaba para vestir santos. La costumbre de celebrar duelos para encarar afrentas ha sido preferible a acudir a los tribunales de justicia para dirimir diferencias. Por otro lado está el tema de la ablación del que no haré ningún comentario jocoso porque sólo de pensar en ella se me revuelve el estómago. El modo de saludarse la gente, mantener distancias, darse un número determinado de besos y abrazos, ser más o menos efusivo en el modo de establecer una relación humana varía de tiempo y lugar. Lo habitual, de toda la vida del Señor, ha sido que las novias se vistieran de blanco, ¿verdad? Pues eso no ha sido así hasta mediados del siglo XIX. Hasta esa fecha, la tradición ha cambiado mucho y una novia se ha vestido con vestido negro, rojo, amarillo dependiendo de la época: Antigüedad, Edad Media, Renacimiento, Ilustración. Hablando de música clásica, impresiona la costumbre de los castrati, por lo menos a mí. Ahora, que ni footing ni ocho cuartos, el deporte nacional es el sillónball y punto. ¿Y dónde están los que antes estaban en el limbo de los justos, lugar que ahora ya no existe? Porque esto de la religión tiene enjundia, con lo de las bulas, los cambios en los misterios del rosario, las guerras provocadas por las traducciones, todo en plan piadoso. ¿Qué me dicen del infame derecho de pernada de la Edad Media y posterior? Aunque reminiscencias de esa violencia machista siguen vigentes hoy en día con casos que se descubren con frecuencia.
Estas tradiciones y muchas más, durante un tiempo han sido tan reales como que a cierto señor le mandaron a la hoguera por defender que el bautismo no se debía proporcionar a niños. Resulta hiriente que en la época correspondiente, no fueran cuestionadas de ningún modo los sanatorios con lobotomía incluida, tal y como ahora no se cuestiona la existencia y nueva construcción de residencias para personas inhabilitadas y aisladas del mundo porque el mundo las discapacita. Es doloroso porque a lo largo de la historia las personas llamadas discapacitadas hemos sufrido discriminación, asesinatos impunes y marginación de la sociedad a la que se supone que pertenecemos. Basta recordar dos cosas: en época Romana, a los nacidos con alguna deformidad o enfermedad (y también a los traidores) se les mataba con justicia en un lugar destinado a ello llamado “Roca Tarpeya”; en la Segunda Guerra Mundial, salvo que seamos negacionistas, reconocemos y lamentamos la muerte de millones de judíos. Con todo, no se tiene demasiado en cuenta que antes de ellos casi un cuarto de millón de personas discapacitadas fue aniquilado por el tercer Reich. Después de todo, ¿Qué supone un cuarto de millón de personas?
Por resumir un poco, resulta que durante periodos de tiempo más o menos largos han existido y existen algunas tradiciones, costumbres y hasta leyes que son absurdas para quien las observe objetivamente. Una vez impuestos, estos hechos se convierten en hábitos culturales difíciles de extirpar de nuestras reducidas y atolondradas mentes. Hay muchas ocasiones en que lo aberrante se ha convertido en lo socialmente aceptable.
No quiero terminar este breve escrito sin señalar el interesante relato escrito a mediados del Siglo XX por la norteamericana Shirley Jackson, La Lotería. Si no recuerdo mal, trata sobre una tradición de lo más absurda y bastante sangrienta y truculenta. Pero no es cuestión de chafarles la historieta, pienso yo.